En 2016 me despedí de Panamá y de Venezuela para mudarme a Madrid

Así fue mi 2016, el año en que me despedí de Panamá y de Venezuela para mudarme a Madrid

Escribo este post mientras voy viajando desde Madrid hasta Alicante, en un tren de media distancia de Renfe. No es de los de alta de velocidad sino uno mucho más económico, en el que incluso hicimos cambio de tren en un pintoresco y muy frío pueblo llamado Alcázar de San Juan ubicado en la bella Castilla-La Mancha.

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Desde donde estoy sentado contemplo la hermosa, aunque muy limitada, vista que tengo a través del gran ventanal del vagón. Afuera, la densa neblina evidencia a la perfección el intenso frío que hace en el exterior.

El paisaje me invita a reflexionar sobre lo que ha sido en mi vida en el 2016. Si me hubieran preguntado, hace dos décadas, cómo imaginaba mi llegada al «cuarto piso»; jamás habría podido pensar que sería tan increíble como lo ha sido.

Las experiencias han sido muchas, la mayoría de ellas muy gratificantes, y por todo el aprendizaje me siento agradecido. Tuve la suerte de recibir el 2016 en el Central Park de New York y en marzo conocí Santiago de Chile, una ciudad espectacular. En mayo fuimos a despedirnos de Panamá y, a mitad de año, me convertí en otro venezolano inmigrante en Madrid y vaya que el miedo que sentía en lanzarme nuevamente esta aventura de emigrar era muchísimo, especialmente ahora que los recursos económicos están muy limitados con respecto a la disponibilidad que hubo para Panamá.

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Si bien, los primeros seis meses del 2016 fueron muy intensos y geniales; debo confesar que, a partir de julio, mi vida ha sido otra. No hay duda de que Europa y especialmente Madrid, pueden tener muchas fallas pero, aunque muchos detractores consideran que los impuestos «te acaban la vida»; sigo pensando que la calidad de vida vale más de lo que pagas. Al final, la felicidad, el bienestar y la tranquilidad tienen su precio.

Además de eso, la sensación de vivir en un «imperio» tan grande e importante como la Unión Europea, es increíble. Saber que hay un organismo supranacional, capaz de regular al gobierno del país en el que vives (para evitar que se vuelva loco sin control como pasa en muchos países de América Latina) te produce tranquilidad y seguridad a un nivel que, para ser sincero, nunca había experimentado antes.

En esta oportunidad me parece que Madrid sí es el entorno correcto y que lo único que se interpone entre mis sueños y el logro de los mismos es únicamente la determinación y cuánto esté dispuesto a trabajar por ellos. Hay que decirlo, en sintonía con la idea anterior, jamás había estado en un lugar que ofreciera tantos apoyos y ayudas al emprendimiento. Estoy claro que hay otros países en los que es mucho fácil emprender, pero aquí, hasta ahora, me siento totalmente a gusto y muy motivado.

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Para este 2017 que está por comenzar, deseo que quienes me acompañan semana a semana en el blog y redes sociales logren todo lo que se han propuesto. Deseo que quienes decidan seguir en Venezuela, incluso sabiendo que será muy difícil, puedan salir adelante. A los que desean emigrar les deseo éxito. Sepan que también es una tarea titánica. Igualmente a los que quieren mudarse a Madrid, estoy a la orden para ayudarlos en lo que pueda.

Que el año que está por comenzar sea ese gran sueño que estemos dispuestos a conquistar. Que sin importar el tamaño del reto, seamos capaces de seguir adelante sin escuchar las voces que quieran hacernos dudar. Los límites están dentro de nosotros. Basta con poner la mirada en lo positivo y tener un enfoque optimista para comenzar a hacer el camino queremos andar… ¡Feliz Navidad y próspero 2017 con mucho cariño de parte de Enrique y María José!

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Enrique Vásquez