A veces lo más fácil al emigrar es la parte legal (y lo más difícil no se toma en cuenta) - Enrique Vásquez

A veces lo más fácil al emigrar es la parte legal (y lo más difícil no se toma en cuenta)

Para alguien como yo, que he emigrado dos veces y a dos países completamente diferentes uno del otro (y, al mismo tiempo, totalmente diferentes a Venezuela), lo más fácil de ambos procesos migratorios ha sido la parte legal o, mejor dicho, tener mis papeles en regla en el país al que me he ido.

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La primera vez me fui a un país donde todos los trámites tenían que hacerse obligatoriamente a través de un abogado. Siendo así, con tener el dinero necesario para pagarlo, fue suficiente.

En esta oportunidad cuento con nacionalidad del país al que me vine y el resto de los trámites pudimos hacerlos nosotros mismos con relativa facilidad pues, en mi caso, la legalidad fue inmediata (soy español) y la de mi esposa tardó tres meses. El único requisito importante que necesité fue tener un empleo.

Basándome en esa experiencia puedo afirmar que, en muchos casos, la parte legal es la menos complicada. Es después que la cosa se pone difícil, especialmente en el aspecto cultural, económico y social. Allí es cuando llega el momento de asumir lo más difícil: la «adaptación».

Se dice fácil pero adaptarnos a otra cultura es un proceso que requiere esfuerzo de nuestra parte. En el caso de los venezolanos, tenemos que adaptarnos a formas diferentes de hacer las cosas, a una economía sin inflación, a palabras nuevas, a un clima desconocido, a la soledad que caracteriza al inmigrante, a una vida siendo el extranjero, el que vino de otro país, el que habla con otro acento y ve las cosas con una óptica diferente.

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Lo más difícil al emigrar es precisamente eso, lograr convertir esa nueva tierra en tu hogar y muchas veces puede llevarte toda una vida. Por eso es tan triste la situación de los extranjeros en Venezuela, que tras 60 años en el país ya lo sentían como su casa; pero el comunismo lo destruyó todo, obligando a muchos de ellos a devolverse a su tierra natal, donde ya no tienen nada ni nadie que los espere, y se convierten nuevamente en extranjeros… en la misma calle en que nacieron y de la que partieron hace ya tantas décadas.

Enrique Vásquez