En España (y supongo que en el resto de los países de la UE) además de los típicos «estatus» legales de nacionales y extranjeros, hay un tercero (una especie de intermedio entre ambos) que es llamado “Régimen Comunitario”, y corresponde a los ciudadanos de otros países de la Unión Europea y a sus familiares.
En líneas generales, para poder solicitar esta tarjeta de residencia debes ser familiar de un ciudadano de un país europeo, que esté viviendo en España. Para todo sobre el trámite del permiso de residencia de familiar de comunitario entra aquí
En nuestro caso, yo soy el ciudadano comunitario ya que tengo nacionalidad española. Mi esposa es venezolana. Nosotros nos casamos en Venezuela en 2014 y, justo antes de emigrar la primera vez, introdujimos los papeles en el consulado de España en Caracas para registrar el acto y que nos dieran la Literal española de matrimonio y el Libro de Familia. En aquel momento ese trámite tomó unos ocho meses, así que teníamos esa documentación con muchísima anterioridad cuando decidimos emigrar a Madrid.
Como les he contado anteriormente, yo me vine a la capital española dos meses antes que ella con la intención de encontrar vivienda y documentarme bien para que, al momento de su llegada, tuviéramos muy claro lo que necesitaríamos para que sacara su carnet de residencia.
Durante ese tiempo me reuní con muchas amistades, todos venezolanos inmigrantes en Madrid, que estaban en la misma situación (matrimonios en los que uno de los dos es ciudadano de un país europeo y el otro venezolano) y me enteré de varias cosas.
La primera es que a la mayoría de los que les habían rechazado la solicitud la primera vez había sido por la falta de la solvencia financiera. Y la segunda vez, cuando volvieron a hacer el trámite, el cónyuge europeo ya estaba trabajando y se los aprobaron sin problemas.
Fue entonces decidí que, si faltando muy poco para que ella llegara a Madrid, no habíamos completado el dinero necesario para demostrar nuestra solvencia financiera; me tocaría hacer algo que no hago desde que tenía 18 años: ¡Buscarme un trabajo!, y antes que me digan flojo o algo por el estilo, mi alma siempre ha sido emprendedora, desde muy niño entendí que no quería trabajar y que lo mío era ser emprendedor.
Poco a poco los días iban pasando. Después de seis semanas conseguí piso y me tocó hacer un gasto mayor al previsto pues, además del depósito del alquiler, la comisión de la inmobiliaria y el primer mes por adelantado; me tocó comprar muchas cosas que necesitaba para vivir aquí; como artículos de limpieza, platos, cubiertos, y varios etcéteras que trastocaron un poco el presupuesto.
Al final, la cuenta bancaria sufrió las consecuencias y ahora sí que no alcanzaba para completar la solvencia financiera para el trámite de la Tarjeta de residente de familiar de comunitario de mi esposa en Madrid.
Cuando faltaban 20 días para el arribo de María José, conseguí piso. En ese momento comencé a hacer todo lo necesario para que su trámite tardara lo menos posible y aumentar las posibilidades de que le aprobaran la solicitud en el primer intento, así que establecí un plan de acción.
La primera etapa de ese plan fue pedir las citas antes de que ella estuviera aquí. La del empadronamiento la conseguí para dos días después de su llegada. También le pedí la tarjeta de transporte público (a través de la solicitud online) para que la pudiera usar desde el primer día en Madrid y, después de una semana metiéndome todos los días en el sistema, logré obtener la cita para el trámite de residencia para dos semanas luego de su arribo a Madrid (como mes y medio después de la solicitud).
Seguía sopesando opciones y al final tomé la decisión. Necesitaba buscarme un trabajo. Necesitaba algo que no me tomara todo el día, pero con un contrato de larga duración. Al poco tiempo lo conseguí. Comencé a trabajar medio tiempo en un bar en el que hacía varias cosas, desde camarero hasta lavar trastes, pelar patatas y atender en la barra.
Fue un trabajo sumamente exigente, agotador y, aunque inicialmente lo hice para que mi esposa no tuviera percance alguno a la hora de obtener su carnet de residencia; esa experiencia laboral me permitió conocer muchísimo sobre la cultura de Madrid.
Mientras trabajé en el bar fui aprendiendo los nombres de las comidas y las bebidas. Entendí, por ejemplo, a qué se refieren algunas frases como: café con hielo, una caña, doble, jarra, caña con casera, caña con limón, entre muchas otras cosas
También descubrí que en Madrid muchas personas toman el ron y el whisky con Coca Cola o con Fanta (sea naranja o limón) y supe que a los madrileños les gusta desayunar con dulces, o sea, con churros, porras o con napolitanas de chocolate o nata. Igualmente comprobé lo exigentes que son con la calidad de la comida y lo críticos que pueden ser cuando hay alguna falla en el servicio que esperan recibir.
Debo confesar que, más allá de la importancia que tuvo ese empleo en la solicitud de residencia de María José, puedo decir que me ayudó en demasía a comprender muchos aspectos de la cultura madrileña que, de otra forma, muy posiblemente jamás hubiera aprendido. Así que, debo decirlo, este trabajo, fue muy exigente, pero muy enriquecedor.
Cuando María José llegó yo tenía dos semanas trabajando, y continué en ese sitio hasta mediados de octubre, justo una semana antes de que saliera aprobada su residencia.
En el siguiente artículo les contaré cómo fue el proceso del trámite de su residencia a partir del día que llegó a Madrid, y cómo obtuvo su Tarjeta de Residente de Familiar de Comunitario, al ser la cónyuge de un ciudadano español.
Porque aquí lo que quería relatar es lo importante que es la planificación, que es leer y documentarse mucho para saber cómo hacer las cosas, también el significado de que a veces hay que hacer sacrificios muy fuertes para obtener algo que deseas y que, en todos los casos, lo más importante es seguir las leyes, hacer las cosas según la norma y, especialmente, que cuando vas a emigrar, hazlo legal, emigra a un sitio en el que puedas tener tus papeles y por ende disfrutar de todos los derechos que te otorga la ley (sin olvidar tus deberes).
Cuando emigras, debes tener en cuenta que muchas veces te tocará hacer cosas que de otra forma jamás harías, pero si lo haces con una meta y un objetivo concreto, muchas veces obtendrás más de lo que esperas, es por eso que, y repito por enésima vez, el documentarse y el planificar muy bien, es lo más importante.
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Enrique Vásquez
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