Tips para emigrar: Cuando las cosas no salen como esperabas ¿qué hacer? - Enrique Vásquez

Tips para emigrar: Cuando las cosas no salen como esperabas ¿qué hacer?

Emigrar es un proceso sumamente complejo y en el que influyen muchas variables y elementos que están fuera de tu control. Y no me refiero solo a circunstancias externas sino también a muchos procesos internos, pues el proceso de adaptación implica muchos altibajos emocionales que podrían llevarte «al límite» durante un buen período de tiempo.

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Al principio quizás las cosas vayan bien, especialmente por todo lo novedoso que comienzas a incorporar a tu nueva vida, incluyendo la búsqueda de trabajo, de casa y la lucha por una estabilidad, quizás precaria, pero estabilidad al fin.

Sin embargo, las cosas no siempre salen como esperábamos y la vida muchas veces se encarga de darnos sorpresas para las que creíamos que estábamos preparados, pero no era así.

Estas situaciones inesperadas podrían pasar desapercibidas o no ser trascendentes en nuestro país de origen. Sin embargo, cuando somos inmigrantes la situación es muy diferente y puede poner a prueba todo lo que somos, en lo que creemos y lo que queremos.

La gama de hechos inesperados es tan amplia como la imaginación. Puede ser cualquier cosa, desde quedarnos sin empleo, que nos pidan desalojo en el sitio donde vivimos, una enfermedad, un accidente, problemas de pareja porque alguno de los dos no se adapta, problemas con los hijos porque tampoco se adaptan, son víctimas de bullying o, peor, se meten en pandillas o caen en problemas de drogas.

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En fin, la lista de hechos y situaciones que podrían poner en peligro tu proceso migratorio es demasiado larga, pues por más planificación estratégica que hayas hecho antes de emigrar, hacerlo implica un altísimo porcentaje de riesgo que debes asumir desde antes de salir de tu país.

Cuando estas situaciones aparecen solas y de forma aislada es posible sobrellevarlas más fácilmente. Sin embargo, cuando acabas de llegar a otro país y no has terminado de rehacer tu vida y estabilizarte (cosa que puede tardar más de cinco años en la mayoría de los casos) sueles estar bajo una fuerte carga emocional y con diferentes problemas que te tienen bajo presión. Entonces, al aparecer una de estas situaciones, se convierte en una especie de «gota que derramó el vaso» y explotas.

Cuando tu proceso migratorio comienza a hacer aguas porque las cosas no salen como esperabas, sientes que el entorno se vuelve cada vez más hostil, comienzan a acumularse pequeñas frustraciones y decepciones que, sin darte cuenta, las trasladas a tu vida personal, al rendimiento laboral, a la relación de pareja y todo eso puede conducir al desastre.

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En nuestro caso personal, durante nuestra primera migración, nos ocurrió esto, llegaron los problemas, ocurrieron varias cosas una detrás de otra que nos llevaron a un punto de inflexión, fue cuando nos dimos cuenta de que la hostilidad del entorno, lejos de disminuir, tenía tendencia a seguir en aumento (el tiempo nos dio la razón); por lo que tomamos la decisión de regresar a Venezuela para intentarlo después en otro sitio. Afortunadamente, nuestra relación de pareja es lo suficientemente fuerte para aguantar el duro ventarrón que se nos vino encima. Pero estoy seguro de que muchas parejas en una situación similar se hubiesen fracturado para siempre.

Claro, nosotros aún teníamos un sitio al que volver y nos quedaban algunos ahorros para sobrevivir al caos que significa dar marcha atrás luego de cortar por lo sano un proceso migratorio que no tuvo el resultado esperado. Sin embargo, un gran porcentaje de emigrantes venden todo y «queman todos los puentes» para enfocarse 100% en la nueva etapa de sus vidas; cosa que aplaudo ya que, al hacerlo de esa forma, descartan la opción de «devolverse» cuando algo sale mal. Desde el principio la emigración debe plantearse como un viaje «one way» o de sólo ida, donde el regreso a tu tierra de origen esté pensado sólo para vacaciones o visitas familiares.

Los tiempos de vacas flacas son duros para todos y normalmente, como bien es sabido, la cuerda se rompe por lo más delgado. En ese caso, cuando las parejas no están lo suficientemente sólidas, suelen ser lo primero que se rompe, por eso es por lo que lamentablemente son muy comunes los divorcios y separaciones de personas que emigraron cuyas relaciones de pareja parecían estar sumamente consolidadas y se veían (y sentían) completamente felices antes de emprender rumbo a nuevas latitudes.

Cuando llegan los problemas, lo más difícil es asumir y aceptar que estos son parte de la vida y que estando en tu país también te iban a ocurrir cosas inesperadas. Lo que pasa es que cuando estás en tu país, y aparece un problema, cuentas con una «red de seguridad», bien sean amigos, familiares, propiedades, o recursos económicos, que te ayudan a solucionar o te abren puertas; lo que te da mayor seguridad y tranquilidad, lo que te lleva a solucionar fácilmente o a dejar pasar el escollo sin prestarle tanta atención.

Pero en el extranjero esto podría parecerte un poco más difícil, ya que sientes que no tienes respaldo de ningún tipo para solucionar porque careces de personas que puedan echarte una mano o de recursos que te permitan salir al paso o simplemente desconoces cómo son los procesos en este nuevo país, eso sin contar con la barrera idiomática y cultural que siempre está presente.

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Hay algunos problemas que puedes solucionar por el simple hecho de haber comprado un seguro de, por ejemplo, salud, vida o repatriación, así como un seguro para el hogar, con esos tendrás la tranquilidad de solventar la mayor parte de las situaciones problemáticas, desde una apendicitis hasta un robo en tu casa.

Por otro lado, la mejor forma de solucionar un problema es con la cabeza fría, esperar que pase el impacto inicial, que bajen las emociones para pensar claramente y apartando los sentimientos. En estos casos hay que ser más como un reloj suizo que como una telenovela latinoamericana, planificar una solución y buscarla calmadamente, conseguir información, investigar bien, buscar asesoría profesional de ser posible y establecer un plan de acción.

Recuerda que es muy importante, además de buscarle solución al problema, analizar las causas del mismo y las probabilidades de que se repita. En nuestro caso, determinamos que la raíz del problema iba a seguir creciendo porque era algo inherente a esa sociedad, así que decidimos que lo mejor era irnos, y así fue. Por eso, además de las implicaciones personales y familiares; también es necesario entender el entorno, la sociedad y la cultura del país al que queremos emigrar.

Recuerda, los problemas siempre van a aparecer y lo harán cuando menos lo esperes, por lo tanto, disfruta, relájate, vive, pero siempre planificando para cuando llegue el momento duro. Así estarás preparado y será más fácil enfrentarte a ese demonio y vencerlo. Sí podrás hacerlo.

Enrique Vásquez

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