Ya tengo más de cuatro años viviendo en Madrid. Ha sido un período de tiempo muy intenso e interesante, aunque estos últimos meses hayan sido un poco agridulces; por razones que son obvias para todo el planeta, debido a la pandemia que ha trastornado nuestras vidas.
Sin embargo, más que ponerme a llorar, lamentarme o quejarme por eso; quiero celebrar los primeros cuatro años de mi vida en este hermoso país enfocándome en lo positivo, en mis logros y, por supuesto, en las maravillas de España que todavía me sorprenden y por las que día tras día sigo aprendiendo algo nuevo.
Más allá de sus políticos (especialmente de los que están actualmente en el poder; y que son, de lejos, los peores de las últimas décadas), España es un país maravilloso y no hago más que confirmarlo cada día que pasa sin que se vaya la luz o el internet, con agua pura en el grifo todo el día, seguridad en las calles y un servicio de transporte público que funciona.
La verdad es que este post sobre mis cuatro años aquí llega un poco tarde (con unos tres meses de retraso), ya que en realidad los cumplí el 19 de julio y estoy publicándolo ahora, a principios de octubre. Sinceramente no quise escribirlo bajo el estrés que supuso para todos la cuarentena por el estado de alarma pues, en esos momentos tan difíciles, no me pareció lo más adecuado.
Sin embargo ahora, cuando la situación del Covid-19 está lejos de solucionarse pero la “nueva normalidad” (y no es que me guste llamarla así) nos ha permitido retomar el trabajo y parte de las costumbres cotidianas; me parece buen momento para hablar, precisamente, de todo lo que ha sido esta convivencia con el coronavirus porque, sinceramente, ya no merece la pena hablar del mundo que teníamos antes (por lo visto pasará mucho tiempo antes de que volvamos a tener esa libertad que disfrutábamos y dábamos por sentada).
El inicio de la pandemia
Recuerdo que el día de la famosa marcha del 8M en Madrid, quedamos para vernos con unos amigos y justamente íbamos a ir al Friday’s de Gran Vía ese domingo en la noche. Menos mal que uno de nosotros se acordó de que ese montón de gente estaría por la zona y decidimos cambiar de lugar. Vaya, de la que nos salvamos.
A mitad de esa semana, la Comunidad de Madrid cerró los colegios e institutos, y se desató la locura. De hecho, ese miércoles me escribió un amigo, a eso de las 21:00; para decirme que me abasteciera de alimentos porque la cosa “se estaba poniendo chunga”.
Cuando cerraron las escuelas en Madrid
Le hice caso y a las a las 00:00 fuimos al Carrefour 24 horas que queda cerca de casa. La cantidad de gente en el supermercado era impresionante, con carritos hasta el tope de comida (y de papel higiénico) y la cola para pagar ¡¿qué les puedo decir?! Era peor que la de los sábados a las 11:00. Afortunadamente pudimos hacer la compra y solicitar que la enviaran a casa al día siguiente…¡Sí pudimos!
El siguiente sábado llegó el estado de alarma. El confinamiento casi total, sumado a un inicio de primavera muy frío y nublado, le dio al virus un halo más tenebroso del que ya tenía. Recuerdo que hasta mediados de abril prácticamente no se vio el sol y yo sentía que estaba en un cuento de terror de Dickens.
Un encierro para el reencuentro personal y familiar
Sin embargo, buscándole el lado positivo la cuarentena, puedo decir que a nivel personal supuso una especie de renacimiento, de cambios, de ver la vida de otra forma y de confirmar algo que ya sabía: Todo lo que damos por sentado puede cambiar de un día para otro. En este caso fue la normalidad, la vida que llevábamos, la cercanía y el contacto con otros seres humanos y, por supuesto, los ingresos (todo se fue a cero de un momento a otro).
Pero también, durante esos tres meses de confinamiento, de gente comprando en los supermercados como nunca en su vida, comprando a través de Amazon, Uber Eats, Glovo, Deliveroo o Just Eats; se demostró la fortaleza de la infraestructura de este país.
En prácticamente toda España se mantuvieron abastecidos los supermercados. Era impresionante ver cómo en la mañana llegaban camiones cargados de todo tipo de productos de primera necesidad. En la tarde el supermercado se vaciaba y, a lo largo de la noche, volvían a llegar con mercancía nueva.
Es que me imagino el trabajo tan impresionante que hacían todos los que tenían bajo su responsabilidad que la cadena de producción y distribución siguiera funcionando, como un reloj suizo: Desde los productores en el campo, las fábricas (tanto de alimentos como de empaques, envases, etiquetas) y los conductores de camiones; sin dejar por fuera a los chicos en el punto de venta final, llenando las estanterías, cobrándonos en las cajas, exponiéndose cada día y afrontando una altísima demanda.
España funcionando al 100%
Pero no sólo ellos estuvieron allí cada día, haciendo su labor de una forma excepcional. También lo hicieron los trabajadores de las eléctricas, de las telefónicas, de la empresa de agua potable, los que pasaban cada día recogiendo la basura, los conductores de autobuses y del metro. En fin, todos aquellos que, por su trabajo, tuvieron que seguir en el frente de batalla, haciendo que España, en plena pandemia, continuara funcionando.
Es en los momentos difíciles cuando se sabe de qué están hechas las personas, y sobre todo las sociedades. Si en años anteriores alabé lo que es España, este año, más allá de la terrible gestión del Gobierno socialcomunista que tenemos; debo alabar y reconocer que, durante el estado de alarma y en medio de la pandemia, el país ha seguido funcionando y no gracias a sus políticos, sino a su gente.
Los venezolanos emprendedores en Madrid
Y no sólo de españoles está llena España, porque aquí hay muchísimos extranjeros. Entre ellos, una gran cantidad de venezolanos entre los que se cuentan miles de emprendedores, a los que considero verdaderos valientes que no sólo se arriesgaron a irse a otro país, sino a desarrollar un plan de empresa, pedir un préstamo a un banco y montar un negocio (muchos de ellos de restauración).
La gran mayoría de estos emprendedores venezolanos en Madrid siguieron dando la batalla durante el estado de alarma, reinventaron sus negocios, pasaron del negocio físico al delivery, siguieron adelante, trabajaron más duro que nunca y lograron mantenerse funcionando. Para mí, han sido un ejemplo de constancia y trabajo duro, sumado a adaptación, resiliencia y capacidad de reinvención que debe ser estudiado en el futuro.
El socialismo es hambre y miseria
No sé qué futuro le espera a España en el corto plazo. Lo único que sí puedo decir a todos los españoles que me leen es que este es un país maravilloso y que debemos trabajar por él, seguir adelante y, sinceramente, no volver a darle el voto a la izquierda; porque creo que la crisis que Zapatero dejó de herencia, será una maravilla al lado de la que dejarán Sánchez e Iglesias.
Enrique Vásquez
Recuerda, mi nombre es Enrique Vásquez y soy abogado de extranjería estudiado y colegiado en España, para información migratoria escríbenos a www.yoemigro.com/contactanos.
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