Tengo tiempo con ganas de escribir este artículo y hoy, por fin, conseguí la inspiración y el tiempo para hacerlo. Quiero dar la bienvenida a Panamá a todas esas personas, de diferentes nacionalidades, que han elegido este maravilloso país como su tierra para vivir y para echar raíces.
Quizás haya quienes digan que yo no tengo lo necesario para hablar en nombre de Panamá y dar la bienvenida a otros, ya que este país no me pertenece; que apenas tengo un año aquí y otra cantidad de argumentos en los que quizás tengan razón, quizás no.
El hecho es que en estos 13 meses viviendo en esta hermosa tierra, ya me siento parte de ella, ya pienso en Panamá como mi hogar cuando estoy lejos, ya me siento totalmente a gusto, asentado y compenetrado con sus calles, su actitud, su esencia y su espíritu. Con mucho respeto hablo así en nombre de mi esposa y mío propio, cuando doy la bienvenida a aquellos extranjeros que miran hacia este puntito en el mapamundi como destino de vida.
Panamá es un país verdaderamente hermoso, que tiene esa mezcla perfecta entre lo divino y lo profano, y para personas como yo, que venimos de otro país latinoamericano, esto simplemente es el lugar ideal: un sitio donde los servicios públicos funcionan y no son excesivamente caros, donde la gasolina es de las más baratas de América (el precio en Venezuela no cuenta), con muchísimas opciones migratorias para obtener residencia legal, un clima tropical que muchos adorarán, y por supuesto, que su moneda de curso legal es el dólar americano.
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Sinceramente, más allá de un par de contratiempos, nuestra vida en Panamá ha sido tan corta como intensa, un amor a primera vista podría decirse. Dos o tres escollos definitivamente no hacen mella de ningún tipo en lo placentera que ha sido esta experiencia emigratoria.
Panamá, hermosa tierra de oportunidades en la que es posible labrarse un futuro mediante el trabajo honesto. Panamá, hermosa de tierra de posibilidades de la que te quedas prendado y enamorado cuando la conoces. Panamá, hermosa tierra de convergencia de razas, de culturas, de costumbres, de religiones, en la que todos viven, construyen, trabajan, sueñan, ríen, gozan, sufren, lloran, aman, anhelan, crecen y confluyen.
A los que miran hacia Panamá como destino de vida, les digo, no es fácil, pero tampoco imposible, sólo tienes que tener ánimos, deseos, buena actitud, disposición y saber que vas a trabajar duro, que te vas a encontrar muchas piedras en el camino pero, al final, la decisión es sólo tuya; únicamente tú sabes que es lo que te conviene y si vale la pena o no perseguir tus sueños para hacerlos realidad.
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Enrique Vásquez
