Tras varios años sin ir, en febrero pasado decidimos visitar Panamá. Esta visita fue por muchas razones que no vienen al caso. Sin embargo, la más importante de ellas era reencontrarnos con ese país en el que vivimos durante casi 24 meses y que fue nuestra primera migración, por así decirlo.
Entiendo que quizás he tardado mucho en escribir este texto porque ya han pasado casi cinco meses desde que viajamos. Creo que la demora es porque quería acompañarlo del video que podrán ver en este artículo y también en mi canal YouTube.com/EnriqueVasquez, y lo que realmente me tomó más tiempo fue decidirme a armarlo, editarlo y todas esas cosas que hay que hacer antes de subir un video.
El viaje a Panamá fue denso, largo y fastidioso. Cuando compramos el billete, lo hicimos por eDreams (aquí puedes entrar a buscar precios de viajes), con una oferta buenísima que incluía pasaje y hospedaje en un hotel 4 estrellas con desayuno incluido.
Lo malo era que nos tocó hacer escala en Frankfurt y el vuelo desde esa ciudad hasta Panamá duró más de 12 horas. Sin ningún miedo puedo decirles que, cuando llevábamos más de 10 horas seguidas volando, estaba como desesperado por bajarme de ese avión.
Como el viaje fue la primera semana de febrero, obviamente acá en Madrid estábamos en el cénit del invierno, con un frío de los demonios y yo, inocentemente, pensaba que irnos esos días al istmo era buena idea por aquello de tener un poquito de calor y sol del trópico; pero la verdad es que uno se “acostumbra rápido a las cosas buenas”, y al final el clima allá nos pareció peor que nunca.
El sol era para locos y del calor y la humedad mejor ni hablar (pensar que lo llevábamos tan bien cuando vivíamos allá). Sin embargo, esas son características climáticas totalmente normales. Posiblemente si en algún momento vamos a nuestra ciudad de origen, ubicada en el oriente de Venezuela, a la orilla del mar Caribe, nos ocurra exactamente lo mismo.
Ahora, para entrar en materia, quiero comentarles lo que vi, sentí y viví en este viaje como turista a Panamá, y digo como turista, porque fuimos estrictamente en esa situación, quedándonos en un hotel, usando transporte público y haciendo la mayoría de las cosas que un turista haría, o sea, pasear, tomar fotos, visitar amigos, comer y beber.
Debo decir que me conseguí un país en decadencia, con la economía frenada casi por completo. Vi edificios y centros comerciales vacíos, alquileres sumamente económicos, negocios cerrados mientras que, por otro lado, los precios de los restaurantes y de la comida en supermercados, así como los productos de higiene personal y belleza; eran sumamente altos, prácticamente al nivel de ciudades como París o Londres… una cosa ilógica.
En el aspecto social, la xenofobia y los malos tratos de los panameños al escuchar el acento venezolano seguían igual o incluso peor que cuando vivíamos allá. Es una actitud de desdén y desprecio incomparable, pero por lo visto no era sólo hacia nosotros porque vimos en un par de ocasiones ese mismo comportamiento contra unos chicos argentinos o uruguayos (aún no logro distinguir sus acentos) y con una pareja de españoles, y eso fue en dos sitios distintos. Realmente dudo muchísimo que, mientras la mayoría mantenga esa actitud, su turismo termine de despegar.
En este punto me gustaría hacer una aclaratoria. Debo confesar que hubo algunas excepciones muy importantes, entre ellas, la gente del hotel en que nos hospedamos, porque su calidad de atención fue excepcional, aunque no sé cuántos eran panameños. Si mal no recuerdo, el señor del restaurant era nicaragüense, la chica del bar venezolana y la recepcionista antillana.
Sí fue emocionante volver a esa ciudad en la que vivimos y donde dejamos tantos amigos, visitarlos, compartir con ellos, verlos, y por supuesto tomarnos nuestros anhelados Long Island Tea en Friday’s (que habían subido casi un 60% el precio), el sushi estilo venezolano, los desayunos chinos (una delicia) o ir a New York Bagel a comer Pancakes. Digamos que esos fueron los puntos más positivos y resaltantes del viaje; además de poder comprar jabón Protex (que aquí en España no lo venden, jejeje).
De verdad, tras ese viaje, dudo que volvamos a Panamá. Lo lamento mucho por los grandes amigos que tenemos allá; pero creo que ahora les toca a ellos visitarnos a nosotros en Madrid. Es mil veces preferible ir a Miami, donde las cosas son más baratas (incluido el billete de avión), y la atención es muy superior. Lo lamento Panamá, pero pensé que habías mejorado en estos años, cuando en realidad creo que pasó todo lo contrario. Espero, de corazón, que con este nuevo gobierno que comienza en pocos días, vuelvas a los tiempos de esplendor que tuviste en la era de Martinelli.
Recuerda, mi nombre es Enrique Vásquez y soy abogado de extranjería estudiado y colegiado en España, para información migratoria escríbenos a www.yoemigro.com/contactanos.
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