Si hablamos del clima, la semana que recién finaliza ha sido un poco extraña en Madrid. Para alguien que, como yo, viene del Caribe y creció en un país que está muy cerca de la línea del Ecuador, en el que «siempre es primavera»; el clima madrileño es simplemente algo nuevo y desconocido.
Luego de salir del invierno, que oficialmente terminó el pasado 20 de marzo, hubo un aumento impresionante en las temperaturas. De repente pasamos de estar a tres o cuatro grados centígrados, saliendo a la calle con chaqueta, guantes y gorro; a una sensación de calor que exigía andar en camiseta o chemisse (polo). Sin embargo, de la nada, llegó una semana con frío extremo. Incluso cayó una fuerte nevada sobre toda Madrid que, debo confesar, fue toda una experiencia para mí.
Como les comenté en otro post, ya conozco tres de las cuatro estaciones. Sólo me falta vivir la primavera madrileña; una estación que, al igual que el otoño (según vi en la tele), se caracteriza por su amplitud térmica. Es decir, que el diferencial entre mínimos y máximos es muy fuerte.
La primera vez que viví ese fenómeno fue en marzo, cuando estuve en Santiago de Chile. Para mí fue muy extraño el ver temperaturas de 9 grados en la mañana, con mucha neblina, y la obligatoriedad de usar chaqueta; para dar paso a 27-28 grados en la tarde-noche, cuando tocaba quitarte el trapero para poder respirar porque si no te ahogabas del calor.
Aquí en Madrid, en estos tiempos primaverales, sucede lo mismo. Las diferencias de temperatura entre la mañana y la tarde son muy grandes. Por ejemplo, las previsiones para esta semana (del primero al seis de abril) van desde 17° máxima y 4° mínima el sábado; hasta 22° y 6° el jueves. Lo que significa que, por lo menos hasta las 13:00, hará mucho frío. A partir de allí, y hasta las 23, el calor te obligará a quedarte en ropas más ligeras.
Es probable que, cuando lleguen los días de lluvia (otra cosa normal en primavera según me han contado), las temperaturas bajen, así como pasó la semana pasada. Obviamente, a medida que estemos más cerca del verano, la media será más alta hasta que lleguemos al supremo y todopoderoso calor infernal del verano madrileño; que también tiene lo suyo y debe ser disfrutado, sin lugar a dudas, comiendo ensalada y tomando verdejo bien frío.
Por ahora, la primavera tiene apenas menos de dos semanas que hizo su llegada y mi principal evidencia es el árbol que está junto al balcón de mi apartamento. Sus verdes hojas lo demuestran, así como también las abejas que comienzan a aparecer alrededor de las pequeñas flores que lo adornan… Abejas que, en varias oportunidades, deciden darse una vuelta por la casa y hasta el baño van a dar, para echarte el papá de los sustos mientras estás tomando una ducha.
Enrique Vásquez
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