«Dos de las cosas que mas me gustan de Madrid son su seguridad y su transporte público». Esas palabras me las dijo un chico de unos veintitantos, originario de Nápoles, con el que tuve la oportunidad de compartir un curso sobre financiación de proyectos empresariales.
Este joven me contaba que en su ciudad era muy raro ver a una mujer caminando sola por la calle a altas horas de la noche, mientras en Madrid es algo completamente normal y, en la mayoría de los casos, no representa riesgo alguno para ellas ni para nadie.
Si alguien que viene de otra ciudad europea se sorprende de esas cosas de Madrid, ¿cómo no hacerlo nosotros, que venimos de un país con las tasas de criminalidad más altas del mundo y con un transporte público insufrible?
La seguridad de Madrid es, a mi parecer, excelente. Obviamente, si te descuidas es muy probable que te hurten el teléfono o la cartera, pero en ningún caso tu vida corre peligro. Nadie te pondrá una pistola en la cabeza para quitarte el móvil, por ejemplo.
Sobre el transporte público ya he hablado anteriormente y es precisamente la razón por la que no he comprado automóvil. Simplemente no me hace falta. En bus, metro y tren nos movemos sin problemas por toda la ciudad.
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Desde mi punto de vista, lo único que podría convertir en perfecto algo que ya es fenomenal, sería que el Metro trabajara las 24 horas del día. Pero, mientras tanto, los buses nocturnos cumplen con la tarea de llevarnos a casa en esas horas.
Cuando comparo la seguridad y transporte público de Madrid con lo que existe en Puerto La Cruz (Venezuela), siento tristeza y dolor al ver lo mal que se vive en nuestro país; y confirmo que la decisión de emigrar, al menos en ese aspecto, fue la correcta.
Enrique Vásquez
