Día 54 de confinamiento. Hoy se prorrogó “por los pelos” el Estado de Alarma y la nueva prórroga será hasta el 24 de mayo. Fue aprobado con los votos del PSOE, Podemos, Ciudadanos, PNV y varios partidos pequeños. El Partido Popular, por su parte se abstuvo; mientras que Vox, ERC y JuntsxCat votaron en contra.
Al final, la prórroga salió con 178 diputados a favor, 75 en contra y 97 abstenciones, por lo que, obviamente, aunque el Partido Popular hubiese votado “no”, habría salido airosa de todas formas. Recordemos que la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados de España es de 176 votos, de un total de 350 parlamentarios.
En esta oportunidad, el apoyo de Ciudadanos y PNV no fue gratis, Sánchez tuvo que aceptar declarar luto nacional y un acuerdo de cogobernanza con el partido vasco, en aras de frenar la recentralización que estaba haciendo el Gobierno (que probablemente le hubiese gustado mucho a Vox, porque uno de los puntos clave de su programa de gobierno siempre ha sido eliminar las comunidades autónomas).
Otra de las concesiones que hizo el Presidente fue declarar Luto Nacional cuando todo el país esté en la fase I y, además de ello, desvincular los ERTE del Estado de Alarma (esto último fue una de las condiciones de Arrimadas para apoyarlo), cosa con la que estoy de acuerdo porque así le quita a Sánchez una de sus medidas de chantaje para exigir, al resto de grupos parlamentarios, que le den su apoyo.
Sin embargo, como ya conocemos al personaje muy bien, tengo mis dudas de que efectivamente cumplirá lo prometido… ¿Total? En lo que a política se refiere su estado natural es la mentira. Por ejemplo, de todo lo que prometió en campaña, ¿cuánto ha cumplido? Si recordamos que siempre dijo que no gobernaría con Podemos y que no buscaría el apoyo de independentistas y nacionalistas y, tras las elecciones, al día siguiente, lo que hizo fue darse el abrazo y firmar el pacto con Iglesias, saquen sus cuentas.
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Aunque, pensando a un plazo de dos semanas vista, podemos decir que probablemente Sánchez cumplirá, al menos en parte, sus acuerdos; porque su plan es volver a extender el estado de alarma (¿hasta el infinito y más allá?); lo que significa que necesitará nuevamente el apoyo de Ciudadanos y del PNV, como mínimo, y para nadie es un secreto que cada prórroga se le pone más cuesta arriba al presidente del Gobierno.
Por su parte, tras un intenso debate en el seno del gobierno de la Comunidad de Madrid, con Ayuso (PP) reacia a pedir el cambio de fase ante el Ministerio de Sanidad, y Aguado (Ciudadanos) a favor de ello; al final, ganó la visión del partido naranja (ahora socio del Gobierno de Sánchez, tras aprobarle el decreto de prórroga del Estado de Alarma), por lo que Madrid solicitó que este lunes 11 se haga el cambio de fase. Ahora falta esperar a ver si se lo aprueban o no.
Otra cosa que me genera mucho ruido es la famosa frase ya popularizada por el gobierno social-comunista: “Nueva Normalidad”. Me recuerda demasiado a las consignas de Chávez: “El hombre nuevo”, “una nueva patria”, y cosas similares. Una de las estrategias comunicacionales y de adoctrinamiento más comunes de la izquierda es el cambiar los nombres de las cosas o, en su defecto, ponerles el prefijo “Nuevo”, para hacer ver que es algo mejor, cuando la realidad es que, en prácticamente todos los casos, lo “nuevo” que provenga de un socialista o de un comunista, siempre es peor.
Para poner un ejemplo sencillo, tenemos “La nueva PDVSA”, que fue el nombre que adoptó la industria petrolera venezolana tras el paro de 2002, cuando Chávez despidió al 80% de su plantilla de un plumazo y sin pagarle ningún tipo de compensación por despido improcedente. Al final, esa gente terminó en la calle, llenos de deudas y poniéndole la empresa en bandeja de plata al régimen.
Pdvsa pasó de ser una de las cinco primeras empresas petroleras del mundo, a convertirse en un cascarón vacío sin ninguna capacidad productiva ni técnica. Así suelen ser las cosas “nuevas” de los gobiernos de izquierda.
Lo mismo pasó con la Electricidad de Caracas, que era una empresa privada que hasta cotizaba en la bolsa de valores de esa ciudad, Chávez la nacionalizó en 2007 para incluirla en la “nueva corporación eléctrica pública de Venezuela”, y la capital venezolana pasó de ser una ciudad en la que nunca se iba la luz a formar parte del resto del país con apagones constantes y continuos, como los que tuvimos siempre, ya que, al menos en el oriente, la eléctrica siempre fue pública y terrible.
Con Cantv pasó lo mismo, tras ser completamente ineficiente y disfuncional, en 1991, fue privatizada y comenzó a funcionar de maravillas, pusieron en el 2000 el internet ADSL, conocido comercialmente en Venezuela como ABA (Acceso Banda Ancha) y, en el 2007, junto con la nacionalización del sistema eléctrico, también nacionalizó Cantv. Actualmente el internet de Venezuela es el más lento del mundo, con una velocidad promedio de 1 mbps, siendo el plan más rápido que ofrecen de 4 mbps, porque tenían uno de 10 mbps pero lo quitaron porque, imagino, “era mucha velocidad”.
En el caso de la banca, el Banco de Venezuela, que cuando se privatizó pasó a formar parte del Grupo Santander, Chávez también lo nacionalizó y a partir de allí, la calidad de su servicio se fue a pique, aunque hay que ser sinceros en algo, con el desastre que es la economía venezolana, creo que les hicieron un favor, beneplácito con el que no contó la gente del BBVA, que aún mantienen una institución financiera en Venezuela, que creo han desligado de sus balances y de todo, porque hasta el logo viejo lo mantienen todavía.
En resumen, todo lo que el socialismo toca, lo destruye, es una ley universal. Cuando parece que es diferente, hay que mirar con lupa, porque puede ser una de dos cosas, o están aplicando medidas capitalistas, o nos están engañando (lo más común es lo segundo).
De este tema, hablaré más ampliamente en mi video en vivo hoy de YouTube.com/EnriqueEnVivo:
