Prácticamente todos los gobiernos que ha tenido Venezuela desde 1958 hasta 1998 han sido de izquierdas. Sin embargo, hay dos períodos que deben ser mirados con detenimiento pues, a pesar de haber sido ejercidos por la misma persona, son totalmente diferentes. Me refiero, por supuesto, a los dos gobiernos de Carlos Andrés Pérez.
Durante el primero de ellos, entre 1974 y 1979, se aplicaron políticas de izquierda radical que abonaron el terreno para la crisis que existe hoy en Venezuela. No ahondaré en detalles, pero destacaré dos de las decisiones más importantes (y nefastas para el futuro) tomadas por el Ejecutivo en ese entonces: nacionalización del hierro y nacionalización del petróleo.
Ambas medidas, complementadas por un enorme crecimiento del gasto público, emisión de deuda, aumento desproporcionado del tamaño del Estado y un largo etcétera, extendieron la alfombra roja sobre la que comenzó a aparecer, en todas las esferas del poder, un flagelo llamado corrupción (recordemos que, a mayor burocracia, mayor corrupción).
Fue así como una deuda externa gigantesca, niveles de corrupción escandalosos para la fecha y una bajada estrepitosa de los precios del petróleo; derivaron en el famoso “viernes negro” anunciado en febrero de 1983 durante el gobierno de Luis Herrera Campins. Ese día comenzó oficialmente la, aún sin final, crisis económica venezolana y, desde entonces, el bolívar no ha dejado de devaluarse.
En el 89 “el gocho” toma posesión nuevamente. En esta oportunidad, decide hacer lo que Venezuela necesitaba y busca revertir sus políticas socialistas y populistas mediante una liberalización de la economía a través de la privatización de todo lo que se podía privatizar: Cantv, Siderúrgicas de Guayana, entre otras. También implementó la llamada “apertura petrolera” que era una “desnacionalización” solapada de PDVSA.
Fueron ciertos “egoísmos políticos” los que frustraron todos los planes de crecimiento económico basados en la competitividad y el libre mercado, que no le permitieron a Pérez ejecutar la estrategia que tenía planificada y, posteriormente, sirvieron para que en nuestro país se satanizara todo lo que fuese no socialista.
Sin embargo, si observamos con objetividad los resultados de esas políticas de CAP II, comprobaremos que, por ejemplo, Cantv jamás ha funcionado mejor que en su época privada, las empresas de Guayana tampoco habían ni han sido nunca sido tan productivas como en ese entonces y, si nos vamos al tema de la industria petrolera, ¿quién no recuerda todas las bombas de gasolina de diferentes empresas que, con sus tiendas y servicios asociados, llevaron ese negocio a un nivel muy superior respecto al que tenían en los 80s, o a las que tenemos hoy en día?
Otro ejemplo de lo bien que funcionan las cosas cuando son privadas lo tenemos en la electricidad. Quienes son de la capital recordarán que la Electricidad de Caracas siempre fue privada (hasta 2007, cuando Chávez la nacionalizó), y como bien saben, hasta ese momento los problemas con el suministro de luz en la ciudad eran puntuales (casi inexistentes). Fue luego de la estatización cuando, poco a poco, comenzaron los problemas eléctricos en la sultana del Ávila.
Mientras que, aquellos que hemos crecido y vivido en otras ciudades del país (Barcelona en mi caso), y siempre tuvimos una empresa eléctrica propiedad del Estado; sabemos que los apagones forman parte de nuestra vida desde que tenemos uso de razón. De hecho, en mi casa, desde los 80s, siempre hubo velas y fósforos en los sitios más “emblemáticos”, por ejemplo, en el baño, la cocina o los cuartos porque las velas formaban parte de la cotidianidad.
En el contexto de la Venezuela actual, donde la corrupción ya forma parte del ADN de las instituciones, es imposible corregir las cosas mientras estén en manos del Estado. Sólo empresas privadas (preferiblemente transnacionales y con amplia experiencia en el tema) serán capaces de hacer los cambios y transformaciones que se necesitan para levantar y reconstruir todo. Por ejemplo:
Pdvsa
Debe ser fragmentada y privatizada. Ya quedó demostrado que la petrolera, en las circunstancias adecuadas, puede ser usada como método de control económico y social del país por parte de un mandatario. Por lo tanto, se debe dejar “Pdvsa” como institución de regulación y control del sector petrolero, pero sin capacidades operativas. Porque de ninguna manera podemos volver a la caja negra que era en los 90s, ni al mounstro de mil cabezas ultracorrupto que es actualmente. Obviamente, es necesario liberalizar el precio de la gasolina y demás combustibles y asignar un impuesto alto para que los ingresos por la industria al Estado sean los adecuados.
Corpoelec
Esta empresa no sólo hay que desmembrarla. A Corpoelec hay que borrarla de la memoria de Venezuela. Es un bochorno, una desgracia para todos. El sistema eléctrico de nuestro país debe ser privatizado por completo, sin que quede nada en manos del Estado. Lo importante es, al igual que en el caso de Pdvsa, separarla en grandes bloques y vender cada parte a una empresa distinta: generadoras por un lado (sí, también incluyo Guri en eso), distribuidoras al mayor por otro, y comercializadoras al cliente final. Que haya varias, como sucede en España y otros países, que haya libre competencia del mercado, pero siempre bajo la supervisión del gobierno para evitar alzas artificiales del precio de la electricidad.
Hidrocaribe, Hidrocentro, etc. (empresas de agua)
Es totalmente incomprensible que en un país como Venezuela, que tiene tantos recursos hídricos, nunca se haya podido beber agua directamente del grifo sin miedo a morir de amibiasis o de cualquiera otra enfermedad del siglo XVI. Esto sucede porque el agua siempre ha estado en manos del Estado y porque, me imagino, que como los venezolanos no emigrábamos, nunca nos dimos cuenta de que en otros países el agua que viene de la calle es perfectamente potable y no necesitas estar comprando botellones, filtros de carbón activado, filtros de piedra, hervirla y luego rezar a siete santos distintos para no morir al ingerir el vital líquido.
Cantv
Lo dije más arriba. La única vez que la telefónica funcionó bien fue cuando era privada ¿hay algo más que decir al respecto? Recuerdo que cuando Cantv era privada, la velocidad del ABA la duplicaban más o menos cada año; que no había que estar pagándole a los técnicos “por fuera” para que repararan las averías y que, cuando necesitabas una línea nueva, en 72 horas la tenías instalada sin ningún problema.
Transporte público
Debe ser reformulado por completo cambiándolo a un sistema integral y planificado por el Estado, en el que se otorguen concesiones a empresas que garanticen que sus flotas serán conducidas por profesionales y con pago centralizado mediante tarjetas o similares. No puede seguir existiendo la anarquía de los carritos, busetas, camionetas, camioneticas, perreras, etc; que tienen unidades en estado decadente, que maltratan a los pasajeros y conducen como si los estuviera persiguiendo una horda de muertos vivientes.
El Metro de Caracas y todos los demás sistemas de ferrocarriles, metros, metrocable o teleféricos también deben pasar a manos privadas mediante concesiones para que puedan funcionar correctamente y sin problemas. Una vez más, siempre bajo la supervisión del Estado y con tarifas acordes con la realidad, tarifas que permitan a la empresa obtener beneficios y que no representen una carga para el país. Si usted se quiere trasladar de un sitio a otro, recuerde eso tiene un costo y hay que pagarlo como ocurre en cualquier país serio del mundo.
Puertos y aeropuertos
Conocemos la decadencia que hay en los aeropuertos del país, ¿no? Sin ir muy lejos, el aeropuerto internacional José Antonio Anzoátegui, en Barcelona, está en remodelación desde mas o menos el 2013 y aún continúa igual, con todo a medias, sin puertas, ventanas e incluso sin la mitad del suelo según me han dicho. Sólo en manos privadas será posible recuperarlos y convertirlos en aeropuertos, al menos, decentes.
El caso de los puertos es aún peor, porque las redes de corrupción imperantes recuerdan escenas de películas de crimen organizado. Cualquiera que haya trabajado en un puerto o en una de sus aduanas sabe que aquello es “irrecuperable” en manos de la burocracia patológica del Estado. Solo la mano firme y procesos operativos modernos y eficientes que representa la gestión privada, podría darle un nuevo rostro a este dantesco escenario.
Los anteriores son sólo los ejemplos más emblemáticos, pero mil cosas más que merecen y necesitan ser privatizadas. Creo que lo único que debería quedar en manos del Estado es la gestión pública como tal, o sea, justicia, seguridad pública, bomberos, defensa, registro civil, identidad y poco más. De resto, la gestión privada ha demostrado ser más eficiente y efectiva en un país como el nuestro donde, por alguna razón que desconozco, la corrupción es un fantasma muy difícil de espantar.
Por supuesto, todas las empresas grandes, medianas y pequeñas que fueron expropiadas por Chávez, deben ser devueltas a los dueños si no fueron pagadas (con su respectiva indemnización) o privatizadas en caso contrario.
Además, con todo el dinero que ingresaría por la venta de dichas empresas, se podrían arreglar muchas cosas en el país tan destruido que nos va a dejar el chavismo. Por ejemplo, la red de carreteras, hospitales públicos o escuelas. También es urgente actualizar todo el sistema de identificación y extranjería, depurar el poder judicial, etc.
Obviamente, la gestión privada no está exenta de vicios y problemas. No obstante, con un control eficiente por parte del Estado y, especialmente, de la sociedad y de los medios de comunicación (que también deben ser privados, libres y sin censura de ningún tipo), es posible resurgir como el Fénix y construir el país que los venezolanos queremos y merecemos.
Enrique Vásquez
Recuerda, mi nombre es Enrique Vásquez y soy abogado de extranjería estudiado y colegiado en España, para información migratoria escríbenos a www.yoemigro.com/contactanos.
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