Son muchos los venezolanos que actualmente, producto de la terrible crisis económica, social y política que vive el país; consideran que la única salida que les queda es emigrar. Ante el entorno de desesperanza en el que se sienten, piensan que lo mejor es agarrar sus cosas, tomar un avión e irse a otro lugar en el que podrían estar mejor.
Sobre este tema es mucho lo que se ha dicho y ciertamente no se trata de soplar y hacer botellas. Si bien yo soy un ferviente defensor de la emigración, no sólo como vía para tener una vida más tranquila, sino también como forma de crecimiento y evolución personal; también estoy consciente de que no todo el mundo desea hacerlo y muchas veces lo hacen presionados por la situación del país.
En estos casos lo mejor es internalizar primero si realmente deseas o no emigrar y, en caso de que la respuesta sea negativa pero las circunstancias te obliguen a hacerlo; trabajes ese aspecto para que puedas maximizar las probabilidades de lograr el éxito en el extranjero.
Una cosa que debes tener en cuenta es que siempre, cada vez que tengas una duda, la respuesta está dentro de ti, pero la gran dificultad es saber cómo escucharla para tomar la decisión correcta.
Cuando se piensa en emigrar, es normal que aparezcan muchísimas dudas y, si no las manejamos adecuadamente, podrían evolucionar para convertirse en miedos que pueden hacernos creer que no queremos emigrar, cuando en realidad lo que tenemos es miedo a lo desconocido y no a la emigración.
La verdad es que, con muy contadas excepciones, casi nadie se siente a gusto con la idea de emigrar, porque en líneas generales es muy difícil dejar atrás todo lo conocido y sentir que se le pone distancia a la historia personal, los lugares donde se vivieron experiencias significativas, las amistades, la cultura, los recuerdos y todas esas raíces de las que provenimos.
Desde mi punto de vista es más fácil identificar si te QUIERES ir (es decir, si de verdad quieres emigrar), cuando permanentemente sientes la necesidad de hacerlo, cuando cada fibra de tu cuerpo te lo dice y caes en cuentas que todo tu entorno te desagrada, no le consigues nada bueno al sitio dónde estás, sientes que no perteneces, que estás en el lugar equivocado; experimentas un estado de rabia y molestia que no sabes explicar, quieres salir corriendo a cualquier sitio que esté lejos, muy lejos, preferiblemente más allá de las fronteras de tu país; y lo último que quieres es que tus hijos crezcan en esa decadencia porque ellos merecen algo mejor que ese desastre en el que están. Si sientes eso… sí, efectivamente quieres emigrar.
Pero, por el otro lado, si sientes mucho apego a tu tierra, si se te arruga el corazón al pensar en que tus hijos no aprenderán tu himno nacional sino uno diferente, que no les gustará tanto como a ti la comida típica de tu país o sencillamente no soportas la idea de estar lejos cuando le pase algo a un familiar y no poder acompañarlo; entonces lo más probable es que no quieras emigrar.
Pero si, a pesar de no querer hacerlo, sabes que debes irte a probar suerte en otras latitudes porque en este momento el país está en una situación coyuntural que te obliga a emigrar (al menos temporalmente, hasta que la situación cambie); entonces estás en una de las situaciones más difíciles, tener que cambiar de tierra sin querer hacerlo.
Cuando eso ocurre, cuando debes irte, pero no quieres, la probabilidad de que las cosas salgan mal aumenta muchísimo y ese es, precisamente, uno de los principales temores cuando se emigra: que todo salga mal y tengas que devolverte.
Siempre existe la posibilidad de que el sitio al que te vas no sea el adecuado y tengas que emigrar de allí a un tercer país o, en el peor de los casos, devolverte a tu país; pero la verdad es que si te vas con la convicción de que es lo mejor, tus posibilidades de éxito aumentarán muchísimo; porque el elemento más importante con el que cuentas al momento de estar en una tierra desconocida es tu capacidad de adaptación y de sobreponerte a las dificultades que tendrás que enfrentar, que si bien serán distintas a las que tenías en tu país, no significa que serán retos mucho menores.
Si TIENES que emigrar al menos procura mentalizarte para que lo hagas con la mejor actitud posible. Piensa en que es probable que todo lo tengas que hacer diferente a cómo lo has hecho hasta ahora, desde antes de emigrar, entrena tu cerebro a que nada será igual una vez que llegues a destino, no digo que sea sencillo, pero será una herramienta más que necesaria para lograr adaptarte y recomenzar tu vida con mayores probabilidades de éxito profesional y personal. Esa es la mejor forma de afrontar el cambio, estar consciente de que todo va a ser diferente y que eso, lejos de ser malo, es una oportunidad de oro para crecer como ser humano y ser mucho mejor persona de lo que eras hasta ahora.
Sin lugar a dudas, aunque a veces las cosas no salgan como lo esperabas, emigrar ¡Vale la pena!
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Enrique Vásquez
Recuerda, mi nombre es Enrique Vásquez y soy abogado de extranjería estudiado y colegiado en España, para información migratoria escríbenos a www.yoemigro.com/contactanos.
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