Quizás el título de este artículo pueda parecer un poco amarillista pero, la verdad, es que desde mi punto de vista es lo más realista posible. Con total honestidad les digo que, en este momento, me parece que Venezuela es el país económicamente menos amigable del mundo.
Es que cuando sacas la cuenta de la relación «costo de vida» contra «calidad de vida», te das cuenta que todo es una soberana mierda y, luego de pedir disculpas por el uso de la palabrota, quiero explicarles por qué considero que es así.
Hasta no hace mucho, vivir en Venezuela era chévere, pues todo era «barato». De hecho, viajar era prácticamente regalado (cupos Cadivi) e incluso para muchas personas era un negocio que representaba ingentes e inmensas ganancias.
Mientras estábamos en el boom petrolero todo era risas y felicidad para la mayoría de los venezolanos (incluso para quienes estaban en contra del gobierno); pero incluso después que comenzó la crisis, para aquellos que tenían ingresos en dólares, Venezuela seguía siendo un paraíso.
Recuerdo a principios de 2015, cuando ya estaba viviendo en Panamá, hice un viaje a visitar a mi familia en el estado Anzoátegui. En esa ocasión me fijé que un perfume Carolina Herrera (que en el istmo costaba 120 dólares) costaba en el centro comercial Plaza Mayor en Lechería (Venezuela) el equivalente a unos 20 dólares cuando hacía el cambio al precio de dólar paralelo, un regalo pues.
Pero, poco a poco, las cosas dejaron de ser así. Por ejemplo, cuando me fui de Panamá a Venezuela (en noviembre de 2015), un kilo de queso vendido en un tarantín improvisado en la calle costaba Bs. 800, o sea, el equivalente a un dólar. Sin embargo, en mayo de 2016 ese mismo queso costaba aproximadamente Bs. 3.500, o sea 3.5 dólares.
Lo mismo pasó con muchos otros productos. Otro ejemplo: Antes de venirme a España, la Coca Cola de 2 litros, estaba en Bs. 1200, o sea, 1,2 dólares. Casi lo mismo que cuesta aquí en Madrid.
Un ejemplo más: Hoy un familiar me contó que compró un kilo de queso amarillo en Bs. 7.000. Tomando como referencia que el dólar paralelo está en Bs. 1.000, quiere decir que ese queso cuesta 7 dólares, unos 6,19 euros el kilo… pues hoy, aquí en Madrid, compré queso Edam (o sea, amarillo), a 5,67 euros el kilo… ¡Más barato que en Venezuela! con la diferencia (claro está) de que aquí alguien gana unos mil euros al mes y en Venezuela como 40.
El punto de este post no es comparar los precios ni tampoco reflexionar sobre la «incomparabilidad» de la relación precio-ingresos, sino comentar mi visión de que ya no vale la pena vivir en Venezuela, especialmente si tienes ingresos en dólares, porque tu gasto mensual es similar al que podrías tener en otro país, pero con una calidad de vida muy inferior.
Lo mismo va con aquellos que tienen como ingreso un salario mensual. Me pregunto ¿qué hacen aún en Venezuela? Como dijeron hace unos años, «despierta, reacciona, es el momento» y yo le añadiría “emigra” porque, si nos vamos a las estadísticas, a los números puros, de 1998 para acá el país ha ido en una involución lenta pero segura. Desde entonces NADA ha sido «mejor que antes» y son ya 18 años en caída constante… Además, para nadie es un secreto que los países «no tienen fondo», así que, la verdad, aunque vuelva a sonar pesimista, la estadística lo dice clarito…. 18 años seguidos en caída libre y aunque algunas veces pareciera lo contrario, la verdad es que mi escepticismo en ese momento supera cualquier posible esperanza que pudiera tener de que Venezuela mejorará en el corto o mediano plazo.
Mi opinión es que lo mejor es dejar de creer en los políticos y comenzar a pensar en uno… Emigrar te traerá problemas nuevos, de eso no hay duda, pero al menos serán problemas diferentes y no más de lo mismo. Serán problemas que podrás ir solucionando y no como los de Venezuela donde, hagas lo que hagas, siempre son peores, más complicados o más difíciles.
Eso sí, no te vayas a lo loco, prepara tu emigración, vete a un sitio donde puedas estar legal y, sobre todo, haz las cosas bien y sigue las leyes. Porque nada supera la tranquilidad de estar legal y de hacer las cosas correctamente, porque emigrar no es fácil, pero tampoco imposible, y la verdad es que, si puede hacerlo, hágalo, porque ¡Vale la pena!
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Enrique Vásquez
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