Llevo cinco meses en Madrid y esto es lo que he aprendido y conseguido

Llevo cinco meses en Madrid y esto es lo que he aprendido y conseguido

Qué rápido pasa el tiempo (¡y qué lento a la vez!). Llevo cinco meses desde que bajé de aquel avión de Conviasa en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas y me recibió el calor de Madrid en verano, que por esas fechas es impresionante. Como les he comentado anteriormente, incluso para alguien que viene del oriente venezolano es un tipo de calor totalmente diferente y completamente desesperante.

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Arbolito de navidad de Puerta del Sol

El primer mes y medio fue muy tranquilo. En agosto, esta ciudad se va de vacaciones, y con toda la razón, porque la gente «huye despavorida» a zonas menos calientes, así que aproveché que sus calles estaban bastante descongestionadas, para recorrerla, conocerla y vivir ese calor descomunal.

A partir de septiembre, luego de seis semanas durmiendo en el sofá de unos amigos que muy amablemente me recibieron en su casa (y con quienes siempre estaré agradecido por ese gran gesto); y justo después que por fin pude alquilar piso, la ciudad comenzó su rápido despertar y reactivación. Fue entonces cuando decidí que, con la esperanza de lograr cosas diferentes, haría las cosas de forma diferente.

En esta oportunidad decidí que quería integrarme lo más posible a la sociedad y cultura madrileña, así que me apunté a cuanto curso gratuito aparecía sobre el horizonte; tanto los del Ayuntamiento como los de la Comunidad y los que aparecían en todas las apps de eventos, para comenzar a entender cómo funciona Madrid, España e incluso la Unión Europea.

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Tenía claro que quería aprender y empaparme de la idiosincrasia del madrileño, saber cómo piensan, lo que les gusta o les motiva, entre otras cosas; porque mi interés es emprender y, con varios proyectos en mente, es imprescindible conocer el entorno para maximizar las posibilidades de éxito.

Así fue como, tan solo cinco meses después de haber llegado, puedo decir con mucho orgullo que tengo más contactos de negocios en Madrid (tanto españoles como de otras nacionalidades) que los que logré en Panamá en casi dos años. Hay que reconocer que las oportunidades que brinda Madrid para hacer networking corporativo sin gastar nada son muchísimas y, además de eso, también son extraordinarias por el alto nivel de sus ponentes y la estructura organizativa que hay detrás de ellas.

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Arbolito de navidad de Plaza Colón

Por ejemplo, muchos son organizados por el ayuntamiento, otras por la comunidad de Madrid, algunas por empresas como Google, BBVA o incluso hay otras que están financiadas por la mismísima Comunidad Europea. Para alguien como yo, que viene de un país donde todas las puertas están cerradas (y las ventanas las taparon con bloques), esto es otra cosa. Esta es una oportunidad que vale la pena aprovechar porque lo importante no es que te regalen los peces, sino que te enseñen a pescar.

Hasta este momento, en sólo cinco meses en Madrid me he capacitado más de lo que lo había hecho en los últimos años y lo mejor (especialmente en mi condición de inmigrante recién llegado) es que ha sido sin gastar ni un céntimo, porque todos los eventos y cursos a los que he asistido han sido gratuitos. Me siento muy optimista y creo que ahora sí hay oportunidades de concretar esos planes que tengo pendientes desde hace varios años y que pensé que en mi emigración anterior podría llevar a cabo, pero no fue posible.

Por otro lado, debo decir que Madrid es, en toda la extensión de la palabra, una metrópoli. La capital española es una ciudad increíble, impresionante, que nunca duerme, en la que siempre hay algo que hacer, todos los días puedes encontrar más de dos o tres eventos gratuitos que te pueden interesar, hay eventos artísticos, conciertos, obras de teatro, musicales, espectáculos al aire libre, arte, ciencia, música, diversión, mucho alcohol y muchísima comida.

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Arbolito de navidad de Gran Vía

En esta urbe cosmopolita puedes moverte en transporte público las 24 horas del día y son pocas, poquísimas, las veces que necesitarás usar taxi.

Por otra parte, del madrileño y de los habitantes de Madrid he descubierto que, si bien podría parecer que son secos, o muy serios; desde mi percepción eso es, en la mayoría de los casos, una impresión equivocada. A diferencia de lo que ocurre en otras partes del mundo, aquí la mayoría de las personas por lo menos responde los buenos días. saluda con un cordial «Hola» y se despide con un «hasta luego» y casi siempre con una sonrisa.

En el aspecto de racismo, clasismo, xenofobia, malos tratos, pues, no puedo asegurar que los haya o no, pero sí puedo decir que yo no los he sentido. Hay que tomar en cuenta que el área metropolitana de Madrid tiene más de seis millones y medio de habitantes y cerca del 15% son extranjeros provenientes del resto de Europa, Latinoamérica, Asia y África. Esta es una ciudad multicultural, llena de acentos, fenotipos, razas y religiones diversas que, además, es la capital de uno de los destinos turísticos más importantes del mundo, por lo que la convivencia entre personas de diferentes lugares del mundo es una cosa de lo más normal por estos lares.

Mientras escribo esto caigo en cuenta que faltan sólo días para que llegue el invierno, así que se supone que ahora es que viene el verdadero frío. No me imagino como será porque ya ando titiritando todos los días a toda hora; encendiendo la calefacción solo lo justo y necesario para evitar que la factura eléctrica me sorprenda con unos 400 euros no contemplados en el presupuesto, jajajaja.

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Luces de navidad de la Calle Mayor

Algo interesante que sucede con relación a los cambios de temperatura es que sales a la calle bien abrigado y, en lo que te montas en el bus o en el Metro comienzas a sudar; porque la calefacción está a toda potencia. Luego sales de allí y te comienzas a congelar de nuevo pero, al llegar a destino, ¡una vez más el calorón por la calefacción!

Pasa mucho que, cuando vas al cine o al teatro, tienes que pasar toda la velada con un montón de peroles encima de ti ya que tienes que quitarte la chaqueta, los guantes, la bufanda y el gorro y, como no hay donde ponerlos, terminas con toda esa «mudanza» sobre las piernas.

Digamos que, del invierno, eso es lo más tedioso: el tener que quitarte todo cuando te pega el calor y ponértelo nuevamente antes de salir, porque si no te congelas.

Otra cosa que me ha llamado la atención es que cuando el Ayuntamiento (alcaldía) o la Comunidad rompen alguna acera para hacer un trabajo en la vía pública, hacen un hueco gigantesco, están tres o cuatro días arreglando y, de la nada, un día sales y no hay ni barandas de seguridad, ni hueco en el piso, ni restos de tierra y (lo más increíble) es que no queda ninguna marca de nada. Entonces es cuando me pregunto si simplemente lo soñé, o es que de verdad allí estuvieron trabajando unos obreros tan sólo 24 horas antes.

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Adornos de navidad en el Barrio Las Letras

También en estos cinco meses he conocido muchos venezolanos que están acá trabajando muy duro y logrando cosas maravillosas, que demuestran una vez más la calidad de los profesionales y emprendedores que están llevando su talento a todos los rincones del planeta.

Para ponerlo en dos platos; puedo decir que (al menos hasta este momento) Madrid ha sido la ciudad más increíble en la que he vivido, la que me ha dado más oportunidades en menos tiempo y en la que me he sentido más a gusto, desde el primer momento.

Espero que esto continúe como va porque, para ser sincero, a veces cuando algo es muy bueno para ser verdad uno comienza a preguntarse “Where is the catch?”. Así que por ahora seguiré adelante con el paso firme. Como con todo en la vida, probablemente me conseguiré más temprano que tarde con el «lado malo» de Madrid pero, mientras ese momento llega, seguiré disfrutando, viviendo y sintiendo esta hermosa y espectacular ciudad; dentro de mis posibilidades.

En resumen, por ahora, he logrado el objetivo principal que me planteé cuando emigré… ser feliz junto a mi esposa, y en este momento, gracias a Dios y a Madrid, lo somos.

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Enrique Vásquez