Emprender en el extranjero es muy distinto a hacerlo en Venezuela - Enrique Vásquez

Emprender en el extranjero es muy distinto a hacerlo en Venezuela

Los venezolanos somos, por naturaleza, seres emprendedores. Incluso entre quienes tienen un trabajo estable es frecuente que se desee tener algún «negocito»; que puede ir desde vender cosméticos por catálogo, hasta asociarse con algún amigo para “montar” un emprendimiento más formal.

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Esa capacidad emprendedora se ve potenciada por las características de la economía de nuestro país, que permite obtener ganancias considerables en un corto período de tiempo. Esto se debe, entre otras cosas, a que desde febrero de 1983 hemos estado en crisis económica de alta inflación, y los empresarios siempre han manejado márgenes muy altos para «compensar la subida del dólar y reponer inventario».

Además, los constantes aumentos de precio de los bienes han ocasionado que los precios de los servicios y los sueldos queden rezagados; con la consecuencia de que los costos siempre son muy bajos y esto también ayuda a que las ganancias sean mayores.

Ante este panorama, son muy pocos los pequeños empresarios que planifican el crecimiento de su negocio a mediano o largo plazo, pues se emprende pensando en recuperar la inversión en tres meses. Cosa que, además, se logra. Sin embargo, cuando emigran, y quieren replicar su modelo de negocio en el extranjero; muchas veces se desmotivan antes de tiempo porque, fuera del país, las cosas son muy distintas.

En economías de baja inflación, como por ejemplo la española, los negocios pueden pasar un año o más en «números rojos». Más allá de admirables excepciones, es prácticamente imposible que un emprendimiento genere ganancias durante los primeros meses.

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Por ejemplo, cuando llegué a Madrid hice varios cursos de emprendimiento y en todos me decían que «la previsión económica al momento del inicio de operaciones debería ser el equivalente a un año de costos fijos, para mantener el negocio funcionando durante ese tiempo hasta que comience a facturar lo suficiente para alcanzar el punto de equilibrio y ser rentable».

Con relación a los márgenes de ganancia, son bastante más bajos porque no es necesaria la «compensación por inflación» para reponer existencias y los precios de las materias primas no suelen sufrir aumentos constantes.

El otro detalle (al que quizás pocos paisanos están acostumbrados) es el de los costos operativos, que en nuestro país siempre han sido sumamente bajos. Los precios de la electricidad, el agua, el gas, la gasolina y hasta los impuestos en Venezuela eran prácticamente irrisorios; cosa que en España es todo lo contrario. Lo mismo sucede con la «nómina» pues, aunque le pagaras muy bien a tus empleados en Venezuela; no puede compararse con lo que implica tenerlos aquí (el costo de tener un empleado en España es de los más altos de Europa).

Otra cosa que se menospreciaba mucho en Venezuela era la publicidad, porque la mayoría de los empresarios lo veía como un gasto y no como una inversión pues, por alguna razón mágica, la gente llegaba sola a tu negocio. En el resto del mundo (y especialmente aquí en España) la publicidad es fundamental y debes asignar un monto importante para dar a conocer tu producto o servicio, o será muy difícil conseguir clientes.

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Piensa que en este país las personas tienen hábitos de consumo muy conservadores y les cuesta probar algo nuevo. Además, la competencia es brutal y, si no te das a conocer, tendrás muchas dificultades para ganar reconocimiento y concretar ventas, que es lo más importante.

Así que eso de abrir el negocio, contratar cinco personas y sentarte a ver cómo fluye el dinero, no funciona en España. Lo ideal, especialmente si es una empresa muy pequeña, es llevarla tú mismo, hacerla crecer poco a poco y aguantar al menos un año hasta que sea conocida y tenga ingresos.

En resumen, aquí sí se puede emprender y claro que se puede hacer dinero con un negocio, pero la forma de llevarlo es distinta, los tiempos son más lentos y los requisitos son otros. Si fuera imposible no habría ninguna empresa funcionando y sólo basta salir a la calle para darnos cuenta que hay miles de pequeñas empresas abiertas y generando ingresos para sus dueños y para sus empleados.