Encerrados en casa, día 22: No podrán encarcelar mi mente - Enrique Vásquez

Encerrados en casa, día 22: No podrán encarcelar mi mente

Día 22 de confinamiento en Madrid. Hoy quiero volver a dar algunos tips de cómo sobrellevar esta cuarentena, pero quiero hablar más a nivel emocional que práctico, porque estamos en tiempos en los que importa es seguir adelante y recordar aquella frase de Ghandi: “Pueden encadenarme, pueden torturarme, incluso pueden destruir mi cuerpo, pero nunca podrán encarcelar mi mente”. Aunque parezca un poco fuerte, creo que viene a la perfección para los tiempos que corren.

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Quizás no estamos encadenados, siendo torturados ni nos están destruyendo nuestro cuerpo, al menos no de forma literal. Sin embargo, muchas personas que están encerradas en sus casas producto del confinamiento, sin tener ingresos, con deudas y pagos que hacer y teniendo que comer muy poco para estirar los pocos alimentos que tienen, perfectamente podrían sentir que están en esa situación de cadenas (encerrados en casa), tortura (con el estrés de no saber cómo van a pagar sus deudas) y destruyendo su cuerpo (por la falta de comida o peor aún, por estar contagiados con el virus).

Pero aquí viene la segunda parte de esta frase: “nunca podrán encarcelar mi mente”. Al final del camino, la mente es capaz de lograr cosas maravillosas. Siempre he dicho es un error emigrar y mantenerse amarrado al país que dejaste atrás y sufriendo por haberte ido. Ahora te digo que creo que es un error estar en casa, encerrado por obligación y sufriendo por no poder estar afuera. Como dice una tía de María José: “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.

Lo que intento decir es que tenemos que cambiar la perspectiva y para esto viene bien recordar la entrañable Oración de la Serenidad: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia”. En este momento estamos en una situación que no podemos cambiar, al menos no de la forma que queremos, y lo único que podemos hacer para ayudar a “salvar el mundo” es quedarnos en casa.

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Aceptemos que es una realidad que no podemos cambiar y que, salvo seguir lo que se nos dice desde el gobierno (por más inepto que sea, al menos en el caso de España), no hay nada que podamos hacer en este momento para volver al trabajo o a la vida de antes. Así que, aceptar la realidad que tenemos podría ser el primer paso para que los días por venir sean más llevaderos e incluso convertirlos en algo divertido y emocionante.

Este también es un buen momento para aprender a vivir en el ahora, sin pensar tanto en el futuro, porque la verdad es que debemos admitir que somos impotentes ante esta situación y que no podemos gobernar nuestra vida más allá del momento presente, así como tampoco sabemos cuánto durará esta situación ni con qué mundo nos encontraremos en el momento que termine, por lo que no vale la pena angustiarse por ello.

Vive el aquí, vive el ahora, disfruta y valora cada momento que tengas, mantente ocupado, usa el tiempo en hacer lo que quieras, no es necesario ponerte productivo ni convertirte en una eminencia científica o en un experto en idiomas; puedes dedicarte a dormir, a ver tele, a recitar poemas, cocinar, contar cuántas vetas tiene la madera de tu mesa del comedor o cualquier otra cosa que prefieras.

Cuando te encuentres a ti mismo pensando en el futuro, en el alquiler o si tendrás trabajo al terminar esta situación, descarta esos pensamientos porque lo único que te van a generar es un estrés innecesario y cámbialos por algo más real, más cercano; como qué vas a cenar o cuál serie o película no has visto y quisieras ver.

Aunque parezca irresponsable lo que digo, creo que la mejor manera de mantener la paz mental en estos días es irse a lo banal, a lo superficial, a lo que en otro momento descartabas, porque sólo así, enfocado en el momento, en el ahora, lograrás que el tiempo vaya pasando hasta que un día te digan: “ya podemos volver al trabajo” y será entonces cuando la vida estresante, tan angustiante y desesperante como siempre, volverá.