Sí, tal como lo lees, a pesar de lo raro que parezca, en estos últimos días he llegado a la conclusión de que mi deber como venezolano es regresar al país que nací y crecí, para poder ser entera y totalmente feliz.
Finalmente he descubierto que únicamente en tu país de nacimiento puedes tener la felicidad absoluta ya que, al ser el lugar donde se encuentran tus raíces, tu esencia y tu historia; es el único en el que puedes sentirte plenamente a gusto. En otro sitio nunca te podrás sentir totalmente integrado.
No me importa si tengo el pasaporte vencido o anulado, porque no pienso volver a abandonar mi terruño. El turismo lo haré sólo dentro de mi país, porque es el que tiene más bellezas en el mundo. No hace falta ni salir de él.
Me he convencido de que es estúpido pensar que fuera de Venezuela se puede lograr u obtener algo. Eso es imposible. Sólo en Venezuela la gente es feliz y los millones de extranjeros que recibimos a lo largo de los años lo demuestran. Recordemos que Venezuela es el único país del mundo que ha recibido extranjeros, que además han decidido quedarse, establecerse y hasta tener hijos.
Mañana mismo me regreso a Venezuela porque no pienso volver a tener que pasar un Año Nuevo lejos de la tierra más hermosa del mundo… Es que ¿a quién se le ocurre pensar que exista una montaña más alta o más bonita que el Pico Bolívar? ¿Un mar más cristalino que el de Los Roques? ¿Una red de carreteras más completa que la de Venezuela? ¿Un sistema eléctrico más perfecto que el venezolano? ¿Un internet más rápido que el nuestro? ¿Un mejor transporte público que el de la patria de Bolívar? ¿Una tierra más segura y tranquila que la nuestra?
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Es que, de sólo escribirlo, ya estoy deseoso de desearles de corazón ¡Feliz día de los Santos Inocentes! Para ser honesto, no digo que sería imposible (porque uno nunca sabe lo que le depara el futuro), pero devolverme a Venezuela no es algo que esté, por ahora, en mis planes.
El mundo es muy grande, muy bonito y tiene demasiadas cosas que enseñarme como para perder la oportunidad de conocerlas, simplemente por estar atado a una tierra que siempre voy a querer, pero en la que ya no quiero vivir.
Sigamos adelante, caminemos hacia el mundo llevando a Venezuela en el corazón, pero sin ataduras emocionales desproporcionadas, sin apegos poco saludables. Descubramos todo lo que tiene este hermoso planeta para nosotros.
Enrique Vásquez
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