Muchas personas piensan que yo no me siento venezolano. Los más atrevidos sostienen que no quiero al país que me vio nacer y crecer porque, supuestamente y según ellos, lo que hago es menospreciarlo e insultarlo.
Eso no es verdad. Yo no insulto a Venezuela, ni tampoco la menosprecio. Todo lo contrario. Cuando uso frases tan duras e hirientes, lo que en realidad busco es hacer un llamado de atención; para que los venezolanos abran los ojos y se quiten la venda mental.
Cuando digo “Venezuela es un mierdero”, lo hago porque actualmente es verdad. Pueden escandalizase, gritar, ofenderse y patalear, pero eso no cambiará la realidad. En este momento histórico, Venezuela es un mierdero, un desastre total y absoluto, en el que nada sirve, nada funciona y todo está patas arriba. En mi opinión, llamar las cosas por su nombre (aunque duela) es la mejor forma de comenzar a corregirlas.
Enfocarnos en esa Venezuela “bonita”, “alegre” y “maravillosa” que ya no es, constituye el mejor ejemplo de la famosa frase: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”… ¡Señores! Obviar la realidad y aferrarse a una mentira hace que nadie quiera trabajar por arreglar el país realmente, por ser mejores ciudadanos, por construir una sociedad que, de verdad, valga la pena.
¿Quién podría querer cambiar al “mejor país del mundo”? Nadie. Por lo tanto, mientras la gente siga hablando de “mi bella y maravillosa Venezuela”, no le entrarán las más mínimas ganas de buscar, así sea desde afuera, cambiar la realidad de su terruño.
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Vamos a ver… Si en verdad es tan bella y maravillosa… ¿para qué cambiarla?… Ahora bien, si hablan “de ese mierdero llamado Venezuela”, entonces les duele, les da rabia y están dispuestos a demostrar con hechos que eso no es así.
Porque, para los que dicen que Venezuela es un país maravilloso les pregunto: Y en ese país maravilloso ¿cómo vives? ¿Eres feliz? ¿El dinero te alcanza? ¿Los servicios públicos funcionan? ¿Hay buen transporte público? ¿Medicinas? ¿Comida? ¿Seguridad? ¿Respeto a la propiedad? ¿Buenas infraestructuras? ¿Libertad económica? ¿Libertad personal? Si hay todo eso, entonces es un país maravilloso, si no… Pues… Te estás engañando a ti mismo.
Porque decir cosas como “tenemos que declarar que nuestro país es el mejor del mundo para que lo sea” me parece algo muy bonito en la teoría, pero tan útil como el socialismo, no logra nada, simplemente vuelve a la gente floja y les hace creer que con sólo desear algo, listo, se lo regalarán.
Seamos honestos. En este momento, sin lugar a duda, Venezuela ES un mierdero, es patética, terrible, asquerosa, sucia, está dañada y destruida. ES, del verbo ser, en presente. Y eso tenemos que repetirlo todos, porque sólo así, cada vez que lo digamos sentiremos el impulso de cambiar esa realidad y aportar poco a poco un grano de arena reconstruirla para que nuestro país deje de ser un mierdero y se convierta en algo que valga la pena.
Bien lo sabemos, nadie se va del mejor país del mundo y, desde mi punto de vista, es bien hipócrita emigrar mientras dices “te extrañaré, eres el mejor sitio para estar, eres maravilloso, eres lo mejor”… No amigos, rompamos las cadenas mentales y la hipocresía autoimpuesta. Vamos a decirlo con la responsabilidad y madurez que el caso amerita: “Me fui porque Venezuela es un mierdero y haré lo que esté a mi alcance para que vuelva a ser un país vivible”.
Como sé que cuando lo digan les va a doler (así como me duele a mí), querrán hacer de su país y de su gentilicio algo que no avergüence. Por lo tanto, se portarán mejor, harán mejor las cosas y, cuando menos nos lo esperemos, de verdad, tendremos un país que valga la pena. Todos trabajaremos para que no nos siga doliendo la verdad, sino para tener una verdad de la que sentirnos orgullosos… Para tener, en serio, el mejor país del mundo, pero nadie nos lo va a regalar, tenemos que trabajar duro para ello.
Enrique Vásquez
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