Venezuela está destruida y sólo hay una forma de arreglarla

Las cosas como son: Venezuela está destruida y sólo hay una forma de arreglarla

Me causa curiosidad que, cada vez que digo que Venezuela está destruida, que allá nada funciona y que todo es un caos invivible; salen algunos iluminados a decirme: “no es el país, son los gobernantes”. Por eso he decidido escribir este post… Para explicar por qué considero que es el país el que está total y completamente destruido y no “sus gobernantes”, como dicen algunos.

venezuela

Recordemos que los gobernantes son, normalmente, un reflejo del pueblo. Esto es más común en países donde el gobierno llega al poder a través de elecciones. Sí, ya sé que van a decir que los chavistas ejercen el poder gracias trampas y todo eso. En parte es cierto, pero no tanto como nos han hecho creer.

Y, por otro lado, de acuerdo con la RAE, la definición de país consta de varias acepciones, pero tomaré aquí dos de ellas para explicarlo:

Territorio constituido en Estado soberano.

Conjunto de los habitantes de un país.

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Y si nos vamos a la definición de nación, nos encontramos con algo más sorprendente aún:

Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno.

Así que sí, el país o la nación, es su gente.

Yo vengo de una zona rural del estado Anzoátegui. En ese pueblo, el 99% de la gente es chavista. Repito, ES CHAVISTA. No es que fueron chavistas, estaban engañados, abrieron los ojos y ahora son opositores. Nada que ver. Ellos están molestos con Maduro, pero siguen siendo chavistas.

Mi padre aún vive allí. A veces, cuando lo llamo por teléfono, me pasa a algunos de mis antiguos vecinos y les pregunto: – “¿Cómo está la vaina?”. Me responden: – “Aquí… Arrechos con Maduro, que nos tiene jodidos”. Es entonces cuando hago la pregunta obvia: – “¿Estás con Guaidó, entonces?”. De inmediato, su respuesta es lapidaria: “Primero muerto que votar por esos desgraciados / ladrones / yankees / HDP…” (u otros adjetivos similares). Así, he comprobado una y otra vez que no importa cuán decepcionados estén los chavistas de Maduro, igual no significa que apoyen a la oposición.

Mi punto es que, desde una apreciación muy empírica y subjetiva, considero que Chávez no perdió ninguna elección. Advierto que tengo las mismas pruebas para creerlo que las presentadas por la MUD para pensar lo contrario. Es decir, ninguna. Pero es lo que creo pues, visto lo visto en el pueblo que crecí y extrapolándolo a todos los pueblos del país; es muy probable que Chávez haya perdido en las ciudades, pero en los pueblos y zonas rurales ganó por goleada.

Lo cierto es que el país no está destruido desde hace tres o cuatro años para acá. La situación se arrastra desde que Carlos Andrés Pérez nacionalizó el hierro y el petróleo en 1975 y 1976 respectivamente. A partir de ese momento nos convertimos en país petróleo-dependiente, donde cada vez las cosas iban peor y peor ¿o es que nadie se acuerda de los controles de precios durante los gobiernos de Luis Herrera, Lusinchi o Caldera?… ¿Nadie se acuerda de la escasez en tiempos de Recadi?… ¿Todos olvidaron la escalada de inseguridad en los 90s cuando salía en la tele que mataban a los muchachos para robarles un par de Nike o de Sebago?

Probablemente los que vivieron en Caracas o en las principales ciudades nunca se enteraron, pero fuera de esas 4 o 5 urbes; las fallas en servicios públicos como luz, agua, gas, transporte público, teléfono, etc. eran gigantescas en el resto del país; sin hablar de las dificultades para el acceso a la salud pública o privada.

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Por otro lado, la corrupción y la decadencia (moral y social) han ido aumentando poco a poco a lo largo de los años. Cada vez hay más gente acostumbrada a “buscarle la vuelta a las cosas” y a hacer todo “bajo cuerda” o, sin ir muy lejos, a que les regalen todo porque “somos un país rico”.

No pocas veces escuché, en el negocio de mi papá (en ese mismo pueblo donde crecí); a los vecinos diciendo “voy a ir al concejo municipal a pedir unas láminas de cinc para hacerme un ranchito”; o invadiendo terrenos, o simplemente poniendo un carrito de perros calientes en el medio de la calle sin importarles si era permitido o no.

Había buhoneros, vendedores de empanadas o creativos con cualquier otro “negocio” que a usted se le ocurra; quienes podían (sin ningún problema) poner su tarantín en el medio de la acera y listo, ¡a vender! Obviamente, sin permisos sanitarios, sin pagar impuestos, sin pedir permiso a la alcaldía ni nada… Con el paso del tiempo comenzaban a construir y, sin importarles si tapaban la acera o incluso una calle, levantaban bloques en ese sitio y ya… Esa también fue y sigue siendo Venezuela, el mejor país del mundo donde cualquiera prosperaba, pero donde muchos no respetaron nunca las normas mínimas de civismo y convivencia.

¿Qué creían? ¿Qué hacer lo que les daba la gana, violando las leyes, pagándole al amigo que trabajaba en Tránsito para que les sacara la licencia, o al pana del banco para que te recibiera los depósitos o pagara los cheques sin hacer cola; no iba a traer consecuencias? ¿Qué pagarle al fiscal de tránsito cuando te faltaba el seguro del carro, o ibas manejando borracho, para salvarte de la multa eran cosas de un país serio? ¿Pensabas que robarte la luz puenteando el medidor era lo correcto? ¿O si eras funcionario público y a alguien le faltaba un papel para un trámite “dejarlo pasar porque me trajo un chocolate”, no tendría consecuencias en la degradación moral futura?

Cada cosa suma. Cada detalle importa. No sólo desde 1998 hasta hoy, sino desde mucho antes, de varias décadas atrás, todo viene acumulándose poco a poco hasta que se convirtió en una ola imposible de detener y que nos llevó al desastre absoluto que es Venezuela hoy día.

No son sólo sus políticos (que tienen su cuota de responsabilidad, hay que decirlo)… Es principalmente la gente la que tiene que cambiar esa forma de actuar. Si la sociedad en pleno hubiese tenido desde el principio otra forma de actuar, el chavismo no habría llegado tan lejos. Es más, no habrían ganado tantas elecciones.

Si fuéramos una sociedad madura, consciente y que realmente amara su país y lo quisiera ver bien, no habríamos puesto, todos y cada uno de nosotros, nuestro pequeño grano de arena para destruirlo y para llevarlo al sitio donde está hoy.

A Venezuela no la va a salvar un cambio de gobierno y mucho menos cambiar a los corruptos que están en el poder por los corruptos que están en la oposición; porque al final, son dos caras de la misma moneda.  Lo único que va a cambiar al país son sus ciudadanos, que cada venezolano comience a hacer las cosas bien, por la vía legal, sin violar las leyes, parándose en el semáforo en rojo, dando paso a los peatones en los rayados peatonales, teniendo los documentos propios y de su carro en regla; sí, incluyendo el seguro de RCV. No pagando a gestores para sacar cédula, pasaporte, licencia, para abrir cuenta bancaria, sacar tarjeta de crédito y no pagándole al técnico de Cantv para que te arregle la línea de teléfono, porque él ya tiene su sueldo y es parte de su trabajo reparar la avería.

Si cada venezolano hiciera su parte como debe hacerla, tendríamos un país maravilloso y al gobierno no le quedaría otro remedio que comenzar a funcionar cuando su misma gente, sus mandos medios y bajos dejen de tolerar la corrupción en vez de convertirla en endogámica.

Mientras tanto, pueden hacer las campañas electorales que quieran y las elecciones que les dé la gana pues, tengamos el gobierno que tengamos, mientras la gente no cambie el país no cambiará.

Enrique Vásquez