Panamá: Reflexiones a seis meses de haber emigrado - Enrique Vásquez

Panamá: Reflexiones a seis meses de haber emigrado

Ya tenemos seis meses en Panamá y en esta oportunidad, más que hablar sobre cosas que nos han sucedido; quisiera compartir con ustedes, mis queridos lectores, unas reflexiones sobre lo que percibo está sucediendo en este maravilloso país, ante la masiva llegada de extranjeros que ha tenido lugar en los últimos años (entre los que, por supuesto, me incluyo).

Antes de explicar mi visión personal sobre esa situación y la supuesta «xenofobia» que existe en el país (y de la que tanto se habla en los últimos tiempos), quiero referirme a la que considero es la ciudad más espectacular del mundo: Londres. Debo reiterar que la utilización de la frase «la que considero» no es casual. Lo que pienso de la capital británica es mi opinión personal, mi punto de vista subjetivo basado en mi experiencia personal y, en consecuencia, puede diferir del criterio de otras personas. Muchos de ustedes dirán ¿y si Londres es la mejor ciudad del mundo, por qué estás en Panamá y no te fuiste para allá?, les respondo al mejor estilo de Capriles: El tiempo de Dios es perfecto y cada cosa tiene su momento.

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Aclarado el punto, ahora ustedes se preguntarán ¿qué tiene que ver Londres con Panamá? En este momento me parece que dentro de algunos años, y si continúa como va, Ciudad de Panamá podría convertirse en una especie de «Londres latinoamericana» y eso sería posible justamente debido a ese fenómeno migratorio que está sucediendo a una velocidad tan vertiginosa que, lógicamente, podría ser difícil de asimilar para muchas personas.

En un artículo publicado en el diario El País de España el 13 de enero de 2015, titulado “El liberalismo del Reino Unido gana la batalla al proteccionismo francés”, encontré datos muy interesantes del por qué Londres es probablemente la ciudad más importante del mundo, la capital económica y cultural del planeta.

A partir de la década de los 80s cuando estuvo al frente Margaret Thatcher, «la dama de hierro», quien abrió por completo la economía del Reino Unido, privatizando prácticamente todo y acabando con la socialdemocracia proteccionista que se vivía hasta ese momento; los grandes capitales del mundo se movieron hacia ese país (situación que lo ha llevado a ser actualmente la quinta economía mundial), específicamente hacia su capital, Londres, que por sí sola representa el 20% del PIB de esa nación (vale la pena mencionar que, geográficamente, Inglaterra es una isla y tiene poco más del triple del tamaño que Panamá, pero su población es casi 17 veces mayor).

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La City (como se le conoce) tiene 8.6 millones de habitantes y de ellos el 30% son extranjeros. Es decir, allí viven 2,58 millones de personas que no son británicos. En el Reino Unido, grandes empresas extranjeras manejan cosas que en países como los nuestros serían de «seguridad nacional» como por ejemplo los aeropuertos o el transporte público. Fíjense, una empresa española es la que tiene la concesión de Heatrow, el aeropuerto con más volumen de viajeros del mundo, con 104 millones de pasajeros al año. También es menester destacar que en La City hay 255 bancos instalados, el doble que en New York, amén de muchos otros datos que hacen palidecer al resto de las grandes ciudades del orbe.

Entre las razones de su éxito está su pirámide poblacional sana, o sea, la justa relación entre niños, jóvenes, adultos y tercera edad, que se da gracias al altísimo volumen de inmigrantes y la apertura económica con muy pocas regulaciones y trabas, que permite a las personas y empresas invertir y trabajar teniendo la confianza de que podrán ver el fruto de su esfuerzo.2013-12-13 20.29.12

Además de lo anterior, esa altísima cantidad de inmigrantes no solo ha convertido a Londres en una «ciudad global» y una capital multicultural; sino que han inspirado a los británicos a esforzarse por capacitarse, para ser cada vez mejores y competitivos a la hora de aspirar algunos puestos de trabajo que antes no representaban reto alguno.

¿Qué quiero decir con todo esto? Que en Panamá están dándose poco a poco condiciones parecidas a las que tiene La City para, más allá del canal, erigirse con orgullo como una de las ciudades más importantes de América Latina y hasta del mundo. Están todos los elementos desarrollándose: un liberalismo económico que permite emprender con relativa facilidad y una llegada importante de extranjeros que serán, junto a los panameños, punto clave para apuntalar la ciudad y el país hacia el desarrollo.

De hecho, esta ciudad ya es una mezcla de culturas, de acentos, de sabores. Los panameños tienen su historia y sus tradiciones, hermosas y significativas, y todo el que llega y es recibido con los brazos abiertos tiene el deber de respetarlas, como gesto de aprecio hacia el anfitrión que nos brinda la oportunidad de tener una vida mejor en su tierra. Por otro lado, los que venimos de otras latitudes también traemos a cuestas nuestro pasado y costumbres, que deben ser respetadas por los panameños, porque mudarse a otro país no significa dejar atrás lo que eres y convertirte en lo que consigues, sino unir ambas cosas en algo que sea mayor a la suma de sus partes.

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Al final del camino, considero que lo más importante para la construcción de una Panamá fuerte, moderna y competitiva es el respeto mutuo entre panameños y extranjeros; y el esfuerzo conjunto de ambas partes para poner al margen las conductas extremistas e inadecuadas de lado y lado. Nadie puede pretender tocar la puerta ajena con el insulto en los labios, ni nadie puede invitar a otro para luego abrirle la puerta con esa misma actitud. El invitado debe respetar al anfitrión y el anfitrión debe respetar al invitado.

Digo lo anterior porque esto es como una relación de pareja, donde ambos deben valorar las virtudes del otro y aceptar sus defectos, siempre dentro del marco del respeto y el apego a las normas elementales de sana convivencia. De la misma manera que no se puede tolerar que un venezolano o un colombiano (o quien sea) venga a insultar a los panameños, tampoco se debe permitir que un panameño insulte a un extranjero y eso debe ser un acuerdo más que tácito, explícito, porque (insisto) en la tolerancia y el respeto está el secreto del éxito para cualquier relación humana.

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Como ha ocurrido en casi todos los países del hemisferio occidental, la inmigración es positiva para el crecimiento de las sociedades. Ya eso ocurrió en Venezuela y Argentina en los años 50, el mismo Estados Unidos es lo que es gracias a los inmigrantes y ahora está sucediendo en Panamá. Lo peor que podemos hacer es ponernos a pelear entre nosotros cuando la verdad es que, todos los que vivimos en esta bendecida tierra, tanto panameños como no panameños, tenemos un objetivo en común: Hacer que este país sea cada día mejor para que nuestros hijos crezcan en mejores circunstancias que nosotros. Así que, ya que estamos aquí, convivir juntos no tiene por qué ser algo malo; lo mejor que podemos hacer es trabajar hombro a hombro con la aspiración de hacer de Panamá uno de los mejores países del mundo ¿Es lo que todos queremos no?

Importante: en octubre de 2015 mi esposa y yo nos fuimos de Panamá, ahora vivimos en Madrid, y, en este artículo explico las razones por las que – en este momento – no emigraría a Panamá, te invito a leerlo antes de tomar una decisión.

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Enrique Vásquez