Estas son las razones por las que critico tanto a Venezuela

Estas son las razones por las que critico tanto a Venezuela

Desde hace mucho tiempo vengo leyendo, sobre todo en redes sociales, que muchas personas se refieren a quienes hemos emigrado como «cobardes». Muchos nos acusan de no querer a Venezuela, comentan que somos «malos hijos» y escriben infinidad de epítetos descalificativos con los que tratan de compararnos con las ratas que saltan y huyen de un barco que se hunde; lo cual es totalmente falso.

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La verdad es que la analogía de que Venezuela es como tu madre, a la que tienes el deber de cuidar y permanecer junto a ella en sus peores momentos es algo muy relativo; que simplifica muy infantilmente la situación de quien emigra y, en líneas generales, la vida real.

Lo primero a tomar en cuenta es que nadie selecciona en qué sitio nacerá o crecerá. Así como no puedes escoger el país, tampoco la ciudad, la familia o la casa en la que pasarás los primeros años de tu vida.

Por supuesto que esa casa, ese país, esa cultura y la familia en la que creces determina en gran medida quién serás, y cómo verás el mundo cuando seas adulto. Si resulta que te encanta tu realidad y amas profundamente todo lo que te rodea, pues maravilloso, fenomenal. Pero recuerda, el amor no se exige. En ningún sitio dice que obligatoriamente debes amar y rendir pleitesía ciega e incondicional a ese lugar o a esa cultura.

Hay muchas personas que simplemente no se sienten a gusto ni identificados con el país en el que nacieron, que no les gusta esa cultura y que emigran buscando un sitio al que pertenecer, algo mejor o algo diferente. Su motivación es algo muy personal.

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Nosotros, como venezolanos, como personas alegres, abiertas, cálidas y que venimos de un país que en algún momento fue ejemplo del mundo; deberíamos mantener esa esencia de forjadores de libertad y permitir que cada quien viva donde quiera vivir, critique lo que quiera criticar y ame el país que quiera amar.

Obligar a que nuestros compatriotas amen a Venezuela es como obligarlos a que amen a Maduro o a Leopoldo. Cada quien es libre de amar lo que quiera amar, cada quien es libre de quedarse en Venezuela o emigrar, todos tenemos el derecho de expresar nuestra opinión y de seguir los deseos de nuestro corazón.

Los que estamos fuera tenemos nuestras razones para estarlo, los que están en Venezuela tienen sus razones y ambas cosas deben ser respetadas.

Por mi parte, considero que en Venezuela ya no hay futuro, al menos no en este momento y lo menos que puedo hacer es ayudar a que aquellos que desean irse (pero no se atreven por cualquier motivo) se animen a dar el paso. Vivir en otro país es una experiencia increíble y, aunque las cosas no te salgan como esperabas, te hará crecer como persona y ver el mundo de una forma totalmente distinta.

Estoy de acuerdo con que hay que luchar, pero que cada uno de nosotros luche desde su propia trinchera y por aquello en lo que realmente crea y por lo que sienta que vale la pena luchar. Siguiendo lo que les dicta su corazón, su conciencia, su realidad. Hay algunos que luchan por sus familias, otros por su salud, están también los que lo hacen por su futuro, por sus sueños, por amor, por su país, por sus hijos… dejemos que cada quien luche donde quiera y cómo quiera.

Lo que sí debo decir es que para amar a algo o a alguien no tienes que estar amorochado con esa persona o en ese sitio. Yo amo a mi madre a pesar de que en la última década sólo nos hemos visto tres o cuatro veces por la distancia que nos separa, también amo a otros familiares que tengo lejos y a aquellos que han fallecido.

Igualmente, soy capaz de amar cosas que he dejado en el pasado y que probablemente nunca más vuelva a ver, pero el amor no significa amorochamiento. El amor es un sentimiento que llevas dentro, y el amar algo no es impedimento para criticar.

El que yo critique a Venezuela, sin importar desde donde lo haga, no significa que no la amo, sino todo lo contrario, lo hago porque la quiero ver bien, próspera, exitosa y maravillosa como lo fue hace ya muchos años, si no amara al país que me vio nacer, lo ignorara, y jamás me vieran hablando de ella, porque cuando algo no me interesa, simplemente le aplico la indiferencia, para mí deja de existir y a Venezuela la llevo siempre presente en mi mente, mi alma y mi corazón.

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