Tips para superar la depresión post emigratoria

Tips para superar la depresión post emigratoria

Primero que nada debo confesar que yo no he sufrido ningún tipo de depresión post emigratoria. Quizás haya tenido períodos de incertidumbre cuando estaba apenas llegando a Panamá y, como cualquier inmigrante, la preocupación y estrés asociados a la estabilidad económica. Pero ese «profundo duelo» al que se refieren los expertos no me ha tocado, al menos por ahora.

Hace algún tiempo una amiga me pidió que escribiera un artículo sobre esto, pensando que tal vez mi experiencia pudiera ayudar a otros a sobrellevar mejor esa profunda tristeza pues es innegable que, en la mayoría de los casos, aunque el inmigrante se sienta feliz por la oportunidad de labrarse un nuevo camino; también se siente muy afligido por separarse de sus seres queridos.

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El proceso de la emigración, desde mi punto de vista, conlleva varias etapas de las que hablaré en otro artículo. Lo interesante es que algunas personas las sufren todas y otros no, pero la mayoría sufre un proceso de adaptación que puede trascender más allá de los dos años.

Este artículo no está basado en experimentos sociológicos, psicológicos ni nada de esas «teorías de conspiración científicas». Simplemente lo escribo desde mi experiencia personal y las de muchas personas con las que he conversado de manera informal; sin tener la más mínima intención de hacer un levantamiento de data para escribir un postulado académico sobre la depresión post emigratoria. Mi única intención es ayudar, a los que han emigrado y se sienten mal, a superar esa situación antes de que cometan el error de devolverse.

Lo primero que me gustaría compartir son las palabras que me dijo un gran amigo y pseudo mentor antes de emigrar: «Anota todas las razones por las que te vas para que, cuando te deprimas, extrañes a tu familia, a tu gente y tus cosas; recuerdes por qué no debes devolverte, pequeño padawan». Gracias a ese consejo es que actualmente existe este blog, porque cuando decidí escribir esos motivos no lo hice en un papel como la gente normal, sino que decidí plasmarlos aquí.

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Ahora bien, si ya te fuiste de tu país y estás en esa etapa de depresión post emigratoria en la que extrañas a tu familia, tu perro, tu gato, el sabor de la comida de mamá, el olor de tu casa y de tu cama; si te sientes en una soledad eterna y crees que nada de lo que estás haciendo vale la pena porque todo es puro trabajar y seguir en esa pequeña habitación en la que casi te da claustrofobia, que no puedes salir ni a tomarte una cerveza porque eso descuadraría el presupuesto de todo el mes, pensando en que mañana debes levantarte una hora antes que el resto de las personas ya que debes ir caminando, porque no te alcanza el dinero para el bus, al trabajo en el que te explotan y te pagan una miseria… Detente por un momento, respira profundo, agarra lápiz y papel y haz lo siguiente:

Cierra los ojos, comienza a recordar todo lo que vivías cuando querías irte, todas las cosas que sucedieron, lo que sufriste para reunir el dinero del boleto aéreo, todo lo que pasaste para preparar tus documentos, registro, apostilla, etc. Evoca esas emociones que sentías porque «por fin» te ibas a un sitio nuevo, a una aventura de vida, a lograr cosas que en tu país parecían imposibles, a forjarte un nuevo futuro alejado de todas esas situaciones que no te permitían desarrollarte a plenitud.

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Trae a tu memoria todos los planes que hiciste, especialmente el hecho de que sabías que al principio y por un tiempo la ibas a pasar mal, pero te decías: «Eso ayuda a fortalecer el carácter y a ser mejor persona».

Agarra todos esos pensamientos, memorias y emociones que te llevaron a emigrar y plásmalas en una hoja de papel que debes tener siempre a mano. Cuando te vuelvas a sentir mal, léelas de nuevo y recuerda por qué estás allí, qué quieres lograr y visualiza cómo creer que te vas a sentir cuando lo logres.

También aprovecha para preparar un plan, una estrategia a corto, mediano y largo plazo de lo que quieres hacer, lo que buscas ser, lo que intentas lograr. Ponle fechas, lugares, crea una hoja de ruta para llevarlo a cabo, pero no te mientas, sé lo más sincero que puedas contigo mismo, analiza tu entorno, tus opciones y planifica. Escribe en letras grandes la meta y la fecha para lograrla, cuélgala en la pared, ponla en algún sitio de tu habitación que esté siempre a la vista y, cuando te sientas mal, míralo y recuerda hacia dónde quieres ir.

Ten siempre presente que tú eres una persona capaz de lograr las metas que te trazaste. Sólo necesitas dedicación, organización y mucha, pero mucha perseverancia, tal como dijo Thomas Alva Edison al inventar la bombilla: «No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos». Así que no te preocupes si te caes, eso es normal, todos nos caemos, pero lo verdaderamente importante es levantarse.

Si crees que no puedes, piensa ¿cómo aprendiste a caminar? Probablemente cayéndote y levantándote cientos de veces hasta que lograste mantener el equilibrio, dar un paso, luego otro y así sucesivamente hasta que lo hiciste ¡caminaste! Todo en la vida se trata de eso, caer y levantarse, y con cada tropiezo aprendes algo nuevo que te ayudará a recorrer un poco más de distancia antes de la próxima caída.

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Recuerda que luego de la tormenta siempre sale el sol, no importa el tamaño y la duración de la misma, el astro rey está allí detrás esperando un huequito entre las nubes para colarse y darte calor, luz y energía para seguir adelante.

Por último, jamás creas que haber emigrado fue un error. Recuerda que en la vida se pierde más por miedo que por intentarlo, así que el haber dado el paso ya te convierte en ganador, porque has ganado experiencia, conocimientos, sabiduría y cultura. Ya eres una persona de mundo y créeme, aunque parezca irónico, en el mundo hay muy pocas personas de mundo. Sigue adelante y no te detengas jamás, porque el cielo es el límite.

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Enrique Vásquez