Para que el proceso migratorio tenga más posibilidades de éxito y de lograr la felicidad. Toda la familia debe estar en sintonía con lo que va a suceder.
A los hijos se les debe hablar muy claro, tanto de lo positivo como de lo negativo, por ejemplo, deben saber que van a irse a otro país en el que las personas hablan diferente, son diferentes, que el clima es otro, que estarán en una casa más pequeña y que probablemente va a pasar mucho tiempo antes de que puedan volver a ver a sus amiguitos, a sus tíos, abuelos, etc.
También hay que decirles las bondades de la migración: Que podrán salir a pasear al parque, a correr bici, que tendrán nuevos amigos en el colegio, que será un sitio más bonito, que su mamá podrá hacerles nuevamente la comida que les gusta, que tendrán la posibilidad de ir nuevamente al McDonald’s, que papá y mamá ya no vivirán con tanto miedo, entre muchas otras ventajas.
El hablar claro con los niños, tanto de los pros como de los contras de emigrar será positivo para ellos, para los papás y para toda la familia, porque así todos podrán concientizar plenamente a lo que se van a enfrentar y, sin lugar a dudas, afrontarlos juntos sabiendo lo que viene hará todo mucho más fácil y llevadero.
Lo mejor, desde todo punto de vista, es ser muy claro y honesto con los hijos, y de hecho, las preguntas que harán servirán para aclarar las dudas que los padres pueden tener y que muchas veces les da miedo preguntárselas a sí mismos, por los que los hijos las harán por ellos y les ayudarán a responderlas.
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Claro que emigrar da miedo, claro que produce muchas dudas y demasiada ansiedad, pero al final, vale la pena hacerlo.
Enrique Vásquez
