Hoy mi esposa y yo cumplimos cinco meses viviendo en Panamá. Es impresionante lo rápido que pasa el tiempo. Parece que fue apenas ayer cuando llegamos a Tocumen con nuestras 10 maletas a meternos en un hotel, sin conocer prácticamente nada del país, salvo que parecía ser una oportunidad para darle tranquilidad a esa vida estresante que teníamos en Venezuela.
Aparte de eso, por fin AllBank le dio play a mi crédito del carro por lo que ya tenemos automóvil y, bueno, realmente Panamá en coche es muy diferente a Panamá en bus y taxi. Es cierto que, si haces la comparación con Venezuela, la gasolina es súper cara. Pero si por el contrario la comparas con Europa o Costa Rica, es barata. El litro de 95 octanos está aproximadamente en 0,864 dólares actualmente y, créanme o no, a los únicos que veo quejándose por el precio del combustible es a los venezolanos (por razones obvias), pero para los panameños es algo normal y no ven como algo absurdo eso de gastar «40 dólares llenar el tanque». Es más, no he visto al primero que use el precio de la gasolina como pretexto para no ir a algún sitio. Como siempre he dicho, todo es relativo.
En mi caso, ya he gastado unos 65 dólares en gasolina y, sacando la cuenta de toda la ropa sudada por el calor o mojada por la lluvia, el valioso tiempo esperando metrobuses y el dinero gastado en taxis; versus lo que he conocido de la ciudad y la tranquilidad que me da el saber que puedo ir y venir sin mayor problema, y que puedo sortear el tranque (cola) al menos en aire acondicionado, definitivamente, el precio de la gasolina es bajo y hasta podría decir que me sale más barato andar en un carro propio.
Con respecto a noviembre… ¡Wow! Jamás en mi vida había visto tanta lluvia. Es impresionante para alguien como yo, que viene de una zona árida; ver tantos aguaceros, todos los días, a toda hora, con impresionantes tormentas eléctricas, una cantidad de agua que no te deja ver los edificios y gotas que parecen del tamaño de pelotas de golf, jejejeje… A veces comienza a llover a las 5am y tras 24 horas sigue el agua cayendo, sin descanso, sin dar un respiro.
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Sin embargo, lo más impresionante es el funcionamiento del sistema de drenajes de esta ciudad. Cuando el «palo de agua» es realmente muy fuerte algunas calles se llenan de agua pero en cuestión de minutos están despejadas de nuevo. ¡Ahora! Lo que de verdad me genera un cortocircuito mental es descubrir que, a diferencia de la mayoría de las ciudades de Venezuela; sin importar el volumen de lluvia, el ritmo citadino no se detiene. Baja su velocidad sí, pero nunca se frena por completo. La gente sale a trabajar, a estudiar, a hacer sus diligencias y nadie llama para cancelar una reunión «porque está lloviendo». También hay que tener en cuenta que es muy extraño que la luz o el internet se vayan debido a los aguaceros y eso contribuye a que todo siga fluyendo normalmente.
La otra ventaja de las lluvias es que el clima está mucho más agradable, hecho que permite que uno pueda dormir con el aire acondicionado y hasta con el ventilador apagado, lo que se ha traducido en una substancial baja en el recibo de la luz.
Por cierto, ya la ciudad está totalmente «navideña». Tiendas, negocios, cinta costera, calles y avenidas están adornadas por completo. Es una perfecta y –en la mayoría de los casos– elegante y hermosa alegoría a esta época de paz, amor y unión entre las personas.
Importante: en octubre de 2015 mi esposa y yo nos fuimos de Panamá, ahora vivimos en Madrid, y, en este artículo explico las razones por las que – en este momento – no emigraría a Panamá, te invito a leerlo antes de tomar una decisión.
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Enrique Vásquez
