Cuando emigras y te toca devolverte porque las cosas no salieron como esperabas

Cuando emigras y te toca devolverte porque las cosas no salieron como esperabas

Emigrar no es algo que sea muy fácil de lograr. Cuando agarras tus cosas y decides tomar rumbo a otro país, hay una gran cantidad de riesgos presentes que debes tener en cuenta, porque cualquiera de ellos podría, sin previo aviso, echar por tierra tus planes y ponerte la cosa muy difícil.

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En estos días he leído varias noticias y reportajes en la prensa venezolana, sobre personas que la están pasando muy mal fuera de su país. Al parecer, la gran cantidad de venezolanos que regresan, tras “fracasar” en el extranjero; ha aumentado con respecto a años anteriores.

Al respecto estoy seguro que sí, que hay muchos compatriotas pasándolas negras en diferentes países del mundo. Las razones para ello son muy variadas, desde una mala planificación, exceso o falta de ego, exceso o falta de humildad, no adaptarse, no sentirse a gusto, estar sin papeles, invertir en un mal negocio, hasta simplemente, lo que por ahí llamarían “mala suerte”, que a mí me parece que más bien es “mala actitud”.

La verdad es que muchos de esos venezolanos que circunstancialmente se quedan sin dinero o se dan cuenta que tras un tiempo prudencial no hay ingresos suficientes para seguir adelante y los ahorros comienzan a desaparecer; suelen tomar la decisión de regresar a Venezuela, bien sea para quedarse en el país o para “recuperar fuerzas” y volver a intentarlo en otro lugar con mucha más experiencia. Por ejemplo, aquí en Madrid hay muchos venezolanos que le está yendo excelente, pero igual hay otros que han tenido que devolverse porque las cosas que no le han salido como pensaban.

Al final, la palabra mágica es EXPERIENCIA, porque si bien muchas personas (me atrevo a especular que con mucha envidia y resentimiento) usan alegremente la despectiva frase “le tocó devolverse con las tablas en la cabeza”, que suele ir antecedida de “después de su fracaso en ese país”, mientras se les dibuja una sonrisa cargada de odio y maldad implícita en la satisfacción que pareciera darles ver que a un paisano las cosas no le salieron como esperaba; lo que estas personas no saben, no tienen y no son capaces de valorar es precisamente la experiencia de vida y el enorme aprendizaje que un inmigrante retornado trae en sus maletas.

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Es verdad que devolverse después de pasarla mal, de perder dinero, de sufrir vejámenes, maltrato o muchas de las otras situaciones que te obligan a tomar la decisión de abandonar ese emprendimiento; podría sentirse como un fracaso, nada más lejos de la realidad.

Cuando emigras, así sea tres meses, al volver eres otra persona. Todo lo que aprendiste, descubriste, sentiste, viviste, sufriste, reíste, lloraste, trabajaste, madrugaste, sudaste, hiciste o dejaste de hacer te convirtieron en alguien nuevo, en un ser humano que tiene una visión del mundo muy distinta a la de aquellos que nunca han salido de su zona de confort.

Es que el acto de emigrar, de meter lo que quepa en una maleta y hacer el salto de fe de enfrentarte a una sociedad nueva en la que todo es diferente, en la que nadie te conoce, en la que ni el aire es igual al de casa, es, definitivamente, la forma más grande e importante que tiene un ser humano de romper las cadenas de su zona de confort. Nada en la vida se le acerca a este reto en el que literalmente comienzas una vida nueva y, quien es capaz de hacer eso, tiene dentro de sí, todo lo necesario para lograr el éxito, para emprender cualquier empresa que se proponga. Y si, encima, se tuvo que devolver porque las cosas no salieron bien, entonces es doblemente poderoso, doblemente capaz, porque sabe muy bien que cualquier emprendimiento tiene un riesgo, pero acompañado de ese riesgo hay un aprendizaje que te ayudará a hacerlo mejor la próxima vez.

¡Recuérdalo siempre! Si emigraste y te ha ido mal o si te ha tocado devolverte, jamás te sientas mal por ello; porque has hecho algo que aquellos que te critican o hacen leña del árbol caído, jamás serían incapaces de intentar. Ellos se ríen desde su propio miedo a arriesgarse y no tienen, ni de lejos, la valentía, el aprendizaje o la experiencia que tu posees, porque lo que has aprendido es algo que ellos ni sueñan con tener. Y esa es tu gran ventaja y la llave de tu éxito.

Enrique Vásquez

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